Plano Informativo | 26/04/2022 | 01:34
El sistema de justicia en México es un completo fracaso: el principal problema es la impunidad, que motiva y a la vez es consecuencia de otro fenómeno que es la escasa cultura de la denuncia. Aunado a ello no se hace un verdadero trabajo en materia de prevención del delito, y para rematar, el sistema penitenciario, más que un esquema de rehabilitación social, es un semillero de delincuentes.
En entrevista con Plano Informativo, el abogado constitucionalista Miguel Carbonell, enumeró las problemáticas que aquejan a un país minado por la inseguridad, donde uno de cada tres de hogares ha tenido al menos una víctima de la delincuencia en los últimos doce meses.
¿Áreas de oportunidad?
“Yo creo que tenemos varias áreas de oportunidad –señala–, varias cuestiones que tenemos que mejorar, la principal de ellas creo que se puede resumir en una palabra: impunidad. Según datos del Inegi el 96 por ciento de los delitos que se cometen en este país no son denunciados. Entonces a partir de que la gente no se acerca a la autoridad y no pone en conocimiento que fue víctima de un delito pues no se investiga y mucho menos se sanciona”.
El constitucionalista, indica que “una de las causas que se han observado en las encuestas que se han levantado al respecto es que la gente contesta que ir a denunciar es una pérdida de tiempo, es decir que la ciudadanía piensa que ante el proceso tardado para levantar una denuncia, los resultados son escasos, no se ven, la gente piensa que no pasa nada y por eso es que no se atreve a denunciar.
“El Inegi da un dato bien interesante en una de cada tres denuncias, la denuncia tardó en levantarse más de cuatro horas, es demasiado tiempo. Necesitamos hacer más expeditos esos procedimientos”, puntualiza.
25 millones de víctimas
“Luego hay otro fenómeno que va un poco de la mano con la impunidad que es una altísima incidencia delictiva. No hemos logrado disminuirla, ha habido una disminución marginal, muy limitada en los últimos tres años, pero todavía hoy, en uno de cada tres hogares, existe al menos una persona que ha sido víctima de la delincuencia en los últimos doce meses: estamos hablando de aproximadamente 25 millones de personas, es muchísimo”, subraya.
Nula prevención
“El Inegi cifra un total de 36 millones de hogares en el país y el hecho de que haya tanta incidencia delictiva, también significa que nos ha faltado apostarle a la prevención, como otra área –además de la falta de cultura de la denuncia– de la rueda de la impunidad, la falta de prevención efectiva de la delincuencia es un área de oportunidad”.
Cuatro de cada diez internos, sin sentencia
“En México, un 40 por ciento del total de la población penitenciaria permanece sin sentencia, están privados de su libertad en lo que se sigue el proceso, en lo que se llama prisión preventiva que puede ser oficiosa o justificada. Ahí hay una fuerte tensión con derechos humanos, porque dice la Constitución uno se presume inocente, pero de entrada ya estás en la cárcel”, sostiene el abogado constitucionalista.
Precisa que de acuerdo con “el sistema interamericano de derechos humanos la cárcel de carácter preventivo es excepcional, tendrían que ser casos muy limitados, y aquí, el 40 por ciento no es limitado, eso es casi la regla general, entonces ahí tenemos un problema muy evidente.
Defensoría pública deficiente
Explica que “esto va de la mano con el hecho de que tenemos una defensoría pública para las personas de bajos recursos que no es de calidad, porque están muy saturados de expedientes, de casos.
Aunado a ello, los defensores y las defensoras de oficio, “tienen muy pocos medios para hacer su trabajo y entonces no estamos teniendo el nivel de litigio que sería óptimo para que se evitaran muchos casos de prisión preventiva y también de injusticias, porque luego la prisión preventiva es la forma fácil de mantener a alguien ahí y luego la sentencia sale absolutoria”.
Cárceles, semillero del crimen
Para Miguel Carbonell, el sistema penitenciario no funciona como una institución de rehabilitación social.
“En general no está funcionando: el 32 por ciento de las personas que ya cumplieron una sentencia penal vuelve a delinquir, una de cada tres, esto que quiere decir que estamos fracasando a nivel de sistema penitenciario, pero también que fenómenos como el autogobierno o la violación de derechos humanos al interior de las cárceles permite, o fecunda un ambiente propicio para que quienes están en ese sistema penitenciario luego se reintegren y cometan delitos más graves, o sea: las cárceles son un semillero de fuerza de trabajo para el crimen organizado, eso cualquiera lo sabe. Y ahí es donde creo que estamos repitiendo un círculo defectuoso que nos da muy mal resultado a nivel nacional”.
Autogobierno grave problema
“La CNDH dice que aproximadamente en el 60 por ciento de las 400 cárceles que hay en el país hay autogobierno, es decir ellos (los internos) mandan, la autoridad prácticamente se limita a hacer una vigilancia perimetral, es decir evitar que salgan. Al interior de la cárcel, la autoridad no entra.
“Entonces, necesitamos imponer las reglas del Estado de Derecho al interior de las cárceles, necesitamos más personal, la ONU recomienda: uno a uno, por cada interno un custodio o cuando menos dos a uno, por cada dos internos un custodio y en México estamos muy por debajo de ese nivel y necesitamos mejorar y mejorar las condiciones de quien trabaja en el entorno penitenciario porque quienes trabajan en el entorno penitenciario porque no solamente los matan, no tienen seguro, no tienen prestaciones hay que mejorar sus condiciones laborales.
Populismo penal
De acuerdo con Miguel Carbonell, México cuenta con muy buenas leyes, por lo que para resolver los problemas antes referidos, no es necesario legislar o mejorar la legislación, sino implementar políticas públicas para mejorar la respuesta institucional ante dichos problemas.
“No es un tema de diseño legislativo, es un tema de política pública, de capacidad de respuesta institucional, de pensar por qué y para qué queremos cárceles y reclusorios en México; eso no se logra necesariamente con un diseño legislativo, con una reforma, etc.
“Forma parte del populismo penal pensar que cambiar la ley va a cambiar la realidad, y yo creo que no, leyes tenemos y tenemos muchas y la mayoría más o menos buenas, que si fueran aplicadas nos iría mejor, entonces yo creo que es un tema de política pública”, concluye.