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EL PUNTO ES SER DIFERENTES

José Luis Solís Barragán | 07/04/2022 | 01:21

El sexenio peñista se caracteriza por su frivolidad y banalidad, por su alejamiento de la realidad social y la construcción de una realidad política que no correspondía a nuestro México, la corrupción era el sello de la casa y la famosa “experiencia probada” para gobernar, se convirtió en una falacia.

En el 2014, los sucesos ocurridos en Iguala. Guerrero, fueron un balde de agua helada en el sueño peñista, el México sangriento no se había extinguido, simplemente las autoridades habían decidido ignorarlo, pero esa noche comenzaba el principio del fin de una administración que, en aras de sus sueños, se olvidó de vivir su realidad.

 

Ayotzinapa sin duda alguna fue el primer paso que precipitó y le robó a Enrique Peña Nieto la “autoritas” que había logrado después de conseguir a que través del Pacto por México, el Poder Legislativo aceptara sus llamadas reformas estructurales, pero a menos de dos años del inicio de su administración las grietas de un sistema caduco se hicieron más evidentes que nunca.

 

Ayotzinapa recordó para muchos el movimiento del 68 en sus debidas proporciones, la muerte de los normalistas colocó en el Gobierno nuevamente en la mira de la sentencia: Fue el Estado. Y así como no se quitó el luto del 68, del jueves de corpus, de la guerra sucia, Acteal, ahora no se quita Iguala.

 

El discurso de Andrés Manuel López Obrador, se convirtió para muchos en la esperanza que necesitaban, el compromiso de ser diferentes trastocó temas tan sensibles como la violencia, la inseguridad, la pobreza, la corrupción y la misma noche de iguala que robó la vida a 43 estudiantes.

 

Así como las víctimas del 68 se sumaron al movimiento lopezobradorista, personas vinculadas a Ayotzinapa hicieron lo propio, la sentencia de: “fue el Estado”, no se borraría con el cambio de Gobierno, pero si podría esclarecer lo que la administración que salía ni si quiera quiso atender.

 

Una democracia no puede avanzar con pendientes tan grandes como no aclarar situaciones que pueden ser consideradas crímenes de Estado, muchos países han establecido incluso comisiones de la verdad que permitan culminar en la conciliación nacional, pero en nuestro México, eso no sucede.

 

En 1997, la Cámara de Diputados creó la Comisión especial del caso 68, la alternancia política foxista solo logró sacar a “las víboras tepocatas”, pero no se hizo nada por una reestructuración política que permitiera el sanar las heridas de esos crímenes de Estado.

 

La banalidad de los peñistas y el pacto de impunidad con los calderonistas, no lograron que se hiciera nada con temas tan dolorosos como los famosos “daños colaterales” de la guerra contra el narcotráfico, por lo que la herida solo se convertía en más profunda.

 

Ayotzinapa fue ocultado por la administración peñista, ellos mismos sabían aquellos trágicos acontecimientos de la noche de iguala, pero el Estado simplemente guardó silencio, todavía se atrevieron a invitar a un grupo de expertos independientes internacionales que coadyuvaran, pero el día que denunciaron implicaciones importantes contra el Gobierno, la administración el cerró la puerta y quiso olvidar esa situación.

 

Andrés Manuel siempre ha dicho que fue víctima del Estado, él se asume como un luchador social que entiende los clamores populares, pero en lo que va de la administración no pasamos de órdenes ejecutivas y comisiones de verdad que no dan avance para esclarecer la verdad.

 

Está semana nuevamente el Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes del caso Iguala, mostró nuevas evidencias, la conclusión es clara: el Estado lo sabía, el Estado lo escondió y aún hoy, las instituciones viven resistencia para mostrar la verdad.

 

Está conclusión nos permite confirmar aquello que ya teníamos claro, es un crimen de Estado, la relación Gobierno-delincuencia genera una simbiosis que lesiona a la población, que el peñismo nos mintió en la cara, pero esos pillos ya se fueron, el Estado sigue aquí y su Gobierno prefiere seguir callando, hoy es cuando debemos mostrar que si son diferentes.

 

Hoy la sociedad ya no quiere ver izar la bandera de: “los anteriores eran peores”, el pueblo exige ver materializada la promesa del: “somos diferentes”, se exige que se aclare la verdad y logremos sanar heridas y disminuir la polarización.

 

El epitafio de la alternancia política del foxismo se encuentra inscrita en letras de oro: “muerta por un bufón que soñó con ser rey”; hay al cruzar el umbral de la segunda mitad del gobierno lopezobradorista quizás podemos imaginar que el epitafio de la cuarta transformación sea un atributo a Nietzsche: “Quien con monstruos lucha cuide no convertirse a su vez en un monstruo. Cuando miras largo tiempo al abismo, también esté mira dentro de ti”.