Miércoles 13 de Noviembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

¿Te gana el orgullo?

Clara Villarreal | 05/04/2022 | 16:02

La humildad es un ingrediente clave para crear viìnculos cercanos.
 
Cuando se trata de sentimentalismos de los primeros que nos acordamos son de los nuestros, especialmente si alguien nos hizo alguìn danÞo. Por el contrario, no es tan faìcil tener en mente cuando fuimos nosotros mismos quienes lastimamos a alguien. Me pueden decir, “Oye, Clara, pero yo no ando por la vida viendo a quieìn voy a hacer llorar”. Y ese es el punto, algunas veces lastimamos a quienes mas queremos sin ni siquiera darnos cuenta.
 
Esto sucede con maìs frecuencia en la familia, las personas con las que vivimos o a quienes vemos todos los diìas, porque la convivencia diaria nos dota de un exceso de confianza, un “no pasa nada”... “ay... equis”. Pero es importante tener presente que todos tienen derecho a sentir y la manera en que sienten, muchas veces, puede ser distinta a la nuestra.
 
En el mejor de los casos, la gente expresaraì su herida. Habraì una comunicacioìn que nos diga a traveìs de la palabra, los gestos o las acciones que lo hemos lastimado. Y como bien sabemos a la hora de comunicarnos no solo importa el queì decimos, coìmo lo decimos y cuaìndo lo decimos.
 
Por ejemplo, una respuesta corta y directa puede ser la manera maìs praìctica de abordar un asunto, pero para nuestro hermano que ese diìa andaba medio triste, porque le fue mal en el trabajo, aquello fue un latigazo que terminoì la conversacioìn. Luego lo vemos evitaìndonos o echando humo del coraje y no sabemos en queì momento sucedioì todo. Hasta que lo suelta y te dice: Es que me contestaste mal. (Y nosotros no estaìbamos ni enterados...).
 
Las relaciones familiares, de pareja y de amistad existen para nutrirnos el alma, y estamos los unos y los otros para vivir en armoniìa. De eso se trata. Por ello, cuando surge alguìn problema es importante atenderlo. En circunstancias como la anterior en la que resulta que ocasionamos un malestar sin darnos cuenta, antes del orgullo de decir “ay, asiì contesto yo” o de hacernos locos y pensar “al rato se le pasa”, lo maìs empaìtico es pedir una disculpa. Siì, como lo oyen, aunque no tengamos la culpa, aunque no sepamos muy bien coìmo la regamos, es importante reconocer los sentimientos del otro. Y tan faìcil como decir “oye, lo siento, no fue mi intencioìn hacerte sentir mal...” con eso, damos valor a lo que el otro siente, le damos su lugar, reconocemos que es importante para nosotros y, a partir de ahiì, la relacioìn puede seguir creciendo. Se necesita mucho valor, pero estoy segura de que vale la pena.
 
Y tuì, ¿puedes reconocer que los demaìs sientan distinto a ti o te gana el orgullo?
 
 
 
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