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Las fronteras caen

Dr. Jaime Chalita Zarur | 04/04/2022 | 00:52

La fuente de la riqueza no es el trabajo, ayuda, pero No lo es. Antes de ello está la idea que libera el intelecto que permite la libertad de ser y conquistar lugares que se han querido estar prohibidos para las personas, de ahí, la negación de la modernización de la educación en muchos países populistas.

 

Finalmente las fronteras de lo físico están cayendo, las mismas que han dividido a la humanidad, siendo parte de un todo, a pesar de quienes dirigen los diferentes países del mundo. La creación de una sociedad mundial, está por llegar a las familias Que finalmente serán libres. Nada es gratis.

 

La globalización, en ocasiones conocida como mundialización, es un proceso económico, tecnológico, económico, político, social y cultural, referido a todas las partes del planeta, que consiste en la comunicación creciente e interdependencia entre los distintos países del mundo, proclive a la unión de los mercados y culturas sociales por medio de una serie de transformaciones paulatinamente aceptadas, dándole el carácter de global, dinámico y con aceptación de los pueblos tendientes a la libertad de Transito de las personas, pero también, por la autor-determinación del ser humano, derribando fronteras de países. Después de todo, el Planeta entero es el hábitat de la creación entera.

 

Lo opuesto de la globalización en muchos aspectos es el proteccionismo, disfrazado de la defensa de un nacionalismo casi extinto. Se traduce como una política económica intervencionista aplicada por un Estado o, un grupo del Estado para proteger y favorecer sus productos, frente a la competencia de productos extranjeros. El proteccionismo se opone al libre mercado (actualmente la globalización), y por consecuente a la libertad de compra lo que sea más conveniente para las personas, limitándolas a lo “qué hay”, solo a eso.

 

Formas opuestas, ambas de vivir o, coexistir, en sobre vivencia y que una de ellas, nos lleva a la innovación y fortalecimiento de la calidad que se ofrece, provocando la competencia en favor de los demás. La otra forma, es aquella que nos obliga a consumir productos sumidos en el rezago, que obligan a irse quedando, en un mundo globalizado, a la saga, en el mundo que no tiene derecho a ser del primer nivel.

 

La competencia en un mundo globalizado, es exactamente lo necesario para obtener lo que el producto de nuestro trabajo, desea comprar a buen precio, pero igualmente de la mejor calidad. Mexico durante muchos años sufrió ese flagelo del proteccionismo en contra de los negocios extranjeros, pero, cuando los tratados de libre comercio llegaron, muchos de los mexicanos han brillado en el intercambio de bienes y servicios con calidad que beneficia nuestro País.

 

La esclavitud a “lo qué hay” para las personas en la lucha por querer evitar que vengan competencias del exterior, nos lastima, nos estanca en la mediocridad y termina dañando el espíritu de emprender lo que pudiera ser la libertad innovadora y competitiva, de ganar terreno comercial, como hasta ahora, Mexico había hecho magnífica mente.

 

El consumo de energías sucias, no nos beneficia y nos hace sujetos no solo de demandas internacionales, pero también, iniciaría el proceso de la pérdida de muchas fuentes de empleo que se ha generado por empresas que han escogido nuestro País para invertir. Que pena.

 

Los clásicos del pensamiento económico, han perpetuado la frase “la fuente de la riqueza es el trabajo” no es cierto. Así se ha mantenido para no dejar pensar e imaginar las diferentes formas de competencias que tienen las personas y sus fortalezas para triunfar en la vida. La fuente de la riqueza es el intelecto, el que piensa y se libera de las ataduras impuestas por quienes, liberales y conservadores, no desean que las personas piensen y vislumbren sus anhelos de ser libres.

 

@jaiemchalita