Jueves 25 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Bendito problema

Clara Villarreal | 29/03/2022 | 00:19

Cuando por encima de todo, realmente son una bendición.

 

En mi casa tenemos la costumbre de comer en familia.

 

Nos gusta vernos, compartir y actualizarnos. Conforme hemos ido creciendo y nuestras actividades, agendas e intereses han ido cambiando, procuramos reunirnos al menos una vez a la semana: todos, juntos, en la mesa.

A lo largo de los años la comida de los miércoles se ha vuelto una alegría que nos permite cargar la pila con el cariño que nos tenemos.

 

Nos encanta estar juntos. Aunque por momentos o en algunos temas tengamos opiniones distintas, siempre trabajamos en nuestra unidad familiar y nos hemos denominado “la familia muégano”.

 

El pasado miércoles, sin embargo, sucedió algo: nos dimos cuenta de que ya no cabíamos en la mesa. De pronto un espacio con doce plazas se volvió insuficiente. Desde luego lo resolvimos y hubo quienes comieron en otra mesa. Teníamos tantas ganas de convivir todos juntos (realmente todos juntos en la misma mesa) que nos dio tristeza tener que estar “separados”.

 

Llegada la sobremesa, algunos miembros de mi familia discutían qué podíamos hacer para resolver este “pequeño problema”, y me percaté de la angustia que estaba generando la situación. Me atreví a romper con el ánimo que se estaba sentando entre nosotros para comentar lo siguiente: “Familia, no cabemos en la mesa... ¡bendito problema!”

 

Todos me voltearon a ver con una gran interrogación en el rostro, sin terminar de entender lo que acababan de escuchar. Luego comencé a detallarles la gran bendición que tenemos detrás de este “problema”:

 

“Somos una familia que adoramos reunirnos, que cada vez crecemos mas, que le damos la bienvenida a nuevos integrantes que ya se han vuelto parte de la familia, hemos estado con salud, alegría y vigor, y superamos juntos ¡y completos! una pandemia. La mesa es lo de menos, lo importante es que estamos juntos y alegrémonos por nuestro bendito problema”.

 

De pronto volvieron las sonrisas, la calma, y entre todos dimos con la solución.

 

Hay problemas que solo lo son en apariencia, porque en realidad hay una bendición que los arropa. Y tú, ¿cuál es tu bendito problema?

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