Martes 16 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Lo triste es que ellos no pudieron

José Luis Solís Barragán | 17/02/2022 | 00:05

Desde hace muchos años en México y en el mundo los Partidos Políticos enfrentan una importante crisis de representatividad, es decir los ciudadanos no sienten ningún tipo de afinidad o pertenencia a ellos, ni tampoco creen que representen sus intereses.

Está crisis es sin duda alguna algo que debe preocupar tanto a los Partidos Políticos como a los ciudadanos, ya que debe partir de la premisa de que es un rechazo a la búsqueda institucional para la obtención del poder.

Esta crisis de la que hablamos, ha permitido el surgimiento de liderazgos denominados “antisistema”, Donald Trump en Estados Unidos, Macron en Francia y el propio López Obrador en nuestro país; todos ellos surgiendo en base al rechazo total de la forma en como el sistema había venido operando.

Pese a que la crisis de representación de los Partidos Políticos no es un fenómeno del último año, parece que casi no han logrado entender este tema y, en consecuencia, existen pocos o nulos esfuerzos para romper el rechazo social del que son objetos.

En nuestro país la elección del 2018, fue la culminación del hartazgo social, los partidos políticos tradicionales fueron duramente golpeados y castigados por la sociedad, la crisis de representación llegaba a su punto de quiebre y era evidente que las cosas no podían seguir por el mismo rumbo.

Sin embargo, pese a los resultados, los Partidos poco han hecho para hacer las cosas de forma diferente, para ganarse nuevamente la confianza ciudadana y volver a ser base de la representación social, al final prefirieron la tesis del gatopardismo: “cambiar todo para que nada cambie.”

Se acostumbraron tanto a que los fracasos de los gobiernos emanados de los partidos opuestos, les garantizara espacios de participación y triunfos electorales, que no había necesidad de ser creativos para conseguir el voto del desencanto, sin embargo, esa realidad en el 2018 cambió, pero ellos aún no.

Es deprimente saber que las grandes criticas hacia la actual administración pública, no emana de los canales institucionales de la contención del poder, es decir de mecanismos de rendición de cuentas de los órganos legislativos, del sistema de pesos y contrapesos; sino que las grandes criticas han emanado de la labor periodística y la sociedad civil.

Esto solo terminar por evidenciar que los Partidos Políticos, no están haciendo mucho en su calidad de oposición; y ojo, no se esta pidiendo que se critique de forma desmedida y sin sustento, o que toda acción de Gobierno tenga como respuesta siempre una negativa; solo se pide que se ejerza la función de control del poder y de exigir cuentas al mismo.

De nada sirve una oposición que hace mucho ruido, si este estruendo no se materializa en acciones que permitan la contención del poder, de nada sirve una critica constante, sino se logra abonar al establecimiento del Estado de Derecho, de nada sirve la pluralidad política, sino se hace valer la diversidad propia de las democracias.

Sin duda alguna hoy estamos ante una inflexión en el Gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, está ante la mayor crisis discursiva que haya enfrentado, pero los números muestran que ello no implica mayor confianza en los partidos de oposición, su credibilidad difícilmente quede restaurado por los errores del Gobierno actual.

Es una pena que los canales institucionales no son los que terminan por contender al poder, pero a simple vista es claro que el papel de la ciudadanía hoy más que nunca adquiere un lugar central en la vida democrática del país.