Filiberto Juárez Córdoba | 01/02/2022 | 19:40
EL GREMIO PERIODÍSTICO es diverso y plural, su cobertura informativa abarca todas las facetas de la vida en sociedad y su variedad de criterios, opiniones e incluso militancias ideológicas enriquecen lo que se conoce como opinión pública. Sus coincidencias y discordancias abren discusiones, generan debates que impulsan cambios, corrigen desviaciones o, de plano, ventilan injusticias y corruptelas. Sus investigaciones, con sus énfasis y tendencias, transparentan lo que muchos quisieran mantener opaco y permiten que se observen bondades y perjuicios de muchos personajes y grupos. Periodistas hay para todos los temas y gustos y ninguno es monedita de oro para caerle bien a todos. Se cumple una función que es informar, con veracidad y apego a los hechos, pero sin renunciar a la expresión de la opinión propia. En muchas ocasiones el periodismo es factor de equilibrio o incluso contrapeso para que los abusos de poder se inhiban o, al menos, se amortigüen y se reduzcan de manera significativa. Aunque el periodismo es consustancial a los sistemas democráticos, nunca faltan los que quieren controlarlo y los que, de un modo o de otro, quieren evitar que se informe con libertad.
AUNQUE LOS COSTOS sean altos hay quienes no dudan en usar la violencia para reprimir o quienes creen que con la descalificación sistemática van a neutralizar la crítica. Grave es que en un país en el que el periodismo fue puntal de los movimientos sociales que marcaron el derrotero de su historia, desde la más alta tribuna del poder, se muestre animadversión y se promueva repudio a quienes ejercen un periodismo que consideran crítico y no con las características panegiristas que les gustaría escuchar todo el tiempo. Lo ideal es que haya tolerancia y se den garantías para todos, afines, neutrales y contrarios, todos ejercen una función informativa y de opinión y merecen respeto y garantías. La frase atribuida a François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, puedo desaprobar todo lo que usted diga pero defenderé a la muerte su derecho a decirle, debe ser la consigna de todo gobernante y político democrático.
GARANTIZAR LA SEGURIDAD de quienes ejercen el periodismo es una obligación, por ley, de las autoridades, sin embargo, reglamentos y mecanismos al margen, los riesgos de la profesión cada día son mayores. Según Artículo 19, organización internacional que defiende la libertad de expresión y el derecho a la información, desde el año 2000 a la fecha se han documentado 149 asesinatos de periodistas en México por causas relacionadas con su labor. De estos, 73 fueron en los sexenios de Fox y de Calderón, 47 en el de Peña Nieto, y 29 en el actual, de López Obrador. En este mes de enero de 2022, ya asesinaron a 4 periodistas: José Luis Gamboa, en Veracruz, Ver.; Margarito Martínez, en Tijuana, B.C.; Lourdes Maldonado, en Tijuana, B.C.; y Roberto Toledo, en Zitácuaro, Michoacán. Hay indignación en el gremio periodístico y hubo manifestaciones en todo el país, para exigir justicia tras el asesinato de Lourdes Maldonado.
EL RECLAMO DE QUE SE INVESTIGUE al exgobernador, morenista por cierto, Jaime Bonilla, lamentablemente tuvo una respuesta desafortunada del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, al decir: “No hay impunidad, pero al mismo tiempo no hagamos politiquería en un asunto serio. Todos van a ser investigados, los que considere la autoridad, no hay impunidad, y no adelantarnos, no hacer juicios sumarios, tener confianza en que no se protege a nadie”, rematando con su clásico, “ya no es el tiempo de antes; no somos iguales”. La exigencia de investigación no es un juicio sumario o mera ocurrencia, se basa en que la periodista asesinada mantenía un litigo laboral con un medio del mencionado político y empresario, que ya había ganado y estaba en espera de que se le pagara el laudo emitido a su favor. Ni de juicios sumarios ni de politiquería se puede hablar en este caso, ni en los otros, pero si de una realidad terrible, los asesinatos de periodistas siguen dándose, con impunidad y nula eficacia de los llamados mecanismos de protección.
EL ADMIRADO NOVELISTA, Gabriel García Márquez, que en el periodismo pulió su estilo literario, decía que, el periodismo, es un oficio de perros. Esa afirmación, que en su momento se consideró certera, ya pasó a formar parte de las figuras de su realismo mágico. Hoy, en estos tiempos, matan a un perro y surgen oleadas de indignación, exigencias de castigo a quien lo privó de la vida, declaraciones inmediatas de las autoridades asegurando que se hará justicia y se castigará con todo el peso de la ley a los responsables. Lo cual de una manera está bien, porque hay que evitar la crueldad contra los seres vivos y proteger a los animales que dan fidelidad y cariño a los seres humanos, pero en contraste, asesinan a un periodista y se pide, desde las alturas del poder, que no se haga politiquería ni juicios sumarios. NOSOTROS DECIMOS
De perros es el oficio
Dijo el Gabo, observador,
Hoy, sería un gran beneficio,
¡A los perros los tratan mejor!
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