Miércoles 1 de Mayo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

Historia de Navidad

Oscar Esquivel | 22/12/2021 | 23:24

Todo llega y  vienen juntos, ¡de golpe! la vida de un paisano de alguna parte de la república pasa el tiempo contemplando los triunfos de unos cuantos sin quehacer.

Somos lentos de reacción, somos preguntas sin respuestas, ya no sentimos nada, el prójimo es un “don nadie”, ¿por qué ayudar? Convertidos en especie de  “observador anónimo” dejamos pasar cosas importantes de nuestras vidas en comunidad, las cosas pequeñas ya ni las percibimos, estamos tan concentrados en nuestro yo interior, que las noticias por duras que sean, solo hojeamos la página principal de algún diario sin analizar sus contenido, solo nos dejamos llevar.

Esta historia es una de esas vivencias que ya no encajan en el mundo de hoy, pero contaré una muy breve, con mucho mensaje.

Sintiendo el frio de la noche, Andrea caminaba entre las banquetas de cemento frío, salía del trabajo, tenía compañeros, no amigos, era joven, esbelta, de una piel muy blanca como la luna. Hacía rato que no tenía pareja, madre soltera, su hijo de nombre Francisco, ya cursaba la secundaria con muy buenas calificaciones.

A unos días de la navidad, Andrea de compras de pánico, se dio cuenta de reojo que un hombre galante la miraba con ímpetu, entre la emoción y el miedo cruzaron la mirada, sonrieron al mismo tiempo, entablaron una conversación rápida y salieron juntos de la tienda. La  invitación llego rápido, como todo galán, la llevo a una cafetería, pensó – total, hace mucho que no salgo con nadie- él la tomó del brazo caminado juntos como si los años fueran el uno para el otro. Él padre soltero de tres niñas, trabajaba en un banco y su sueldo le daba para sobrevivir.

Cristóbal, su nombre, invitó a Andrea a que conociera a sus hijas, pidiéndole que invitará a Francisco, el sábado fue la cita, ella llegó poco atrevida en su vestir y Francisco un poco retraído, cuestionando todo ¿Para qué estamos aquí? Se preguntaba ¿acaso un romance para mamá?

Cristóbal amablemente  les ofrece un chocolate caliente y ponche de frutas, las posadas comenzaban, a sus hijas les gustaba que papá organizara posadas. Cristóbal se tomó un momento y  les dijo que iría por sus hijas a la planta alta, subió rápido, bajó despacio para no tropezar, entre su brazos llevaba a Geraldina,  muchacha de 30 años con parálisis cerebral severa, la acomodó en su silla de ruedas y la presentó – mi hija, la más hermosa de todas-, permítame, acotó y subió nuevamente rápido y bajo lento de la mano con dos gemelas, Anastasia y Georgina, autistas ambas, Raquel y Francisco, se miraron sorprendidos, con la angustia de no saber qué hacer.

Cris, comento como justificando -La madre los abandonó desde muy chicas, a Geraldina la maltrataba y a las gemelas apenas su madre conoció el diagnóstico y dejo la casa… tres pequeñas al albedrío solo con su Papá ¿Les extrañará la invitación? preguntó Cris, pero no puedo permitirme y permitirles a las niñas ir a ningún lado, estamos solos, viven sin amigos, sin una esperanza – la esperanza soy yo – replicó,  en tiempos de posadas siempre invito a alguna persona, cualquiera,  porque es la única manera que ellas disfruten la navidad con personas diferentes; han hecho su carta al niño Dios, siempre con el mismo deseo, una navidad con amigos, porque siempre vienen una sola vez y jamás regresan , ahora no es la excepción.

 No basta ser un héroe por un día, reclamaba Cristóbal, todo el año también cuenta.

Andrea y Francisco comían de prisa entre nervios y querer marcharse, estuvieron un momento más y prepararon la salida, se despidieron así como llegaron, se fueron asombrados por la lección.

 Pasaron los días y Andrea se preguntaba ¿con quién pasaría noche buena? buscaba siempre algún familiar o algún compañero, pero esta vez no la invitaron. La ansiedad apareció junto con la angustia de no poder pasar la noche buena con nadie, se reprochaba -17 años siempre “arrimada”. Llegó 24 de diciembre noche buena, compró una pierna en el súper y una sidra para brindar con Francisco, solo por no dejar pasar la fecha,  de pronto como un flash en su mente, recordó ¡que sí¡ alguien le brindó amistad, hogar y cariño dónde pasar noche buena.

Apenada, ella y su hijo fueron donde Cristóbal, tocaron la puerta principal, colgaba una corona de adviento adornada con focos de colores, al interior estaba oscuro, al cabo de unos minutos, se abrió la puerta y en pijamas Cris se sorprendió al ver a Andrea alzando la botella de sidra, gritando muy alto con emoción -¡nunca solos!-.

Agradezco la confianza de mis amigos que accedieron a contarme su historia, hoy están casados, Francisco es médico genetista, Geraldina, murió al año siguiente de la primera navidad con su nueva familia, las gemelas, ellas, increíblemente hermosas.

Las mejores cosas se dan juntos.

Un momento, un descanso para nuestras almas inquietas,  reconocer que nadie es peor o mejor ¡¿Tregua?! Si no somos enemigos, solo los enemigos hacen treguas. Tú mundo y el mío, es el mismo, las diferencias sobran. Siempre que el respeto a la diversidad sea el punto de partida para alcanzar nuestra felicidad es el principio de la Cristiandad.

No voltear atrás, dejar amarguras, tristezas, rencores, es el objetivo, dejar de compartirlos en la renacida vida que nos espera a partir de mañana.

El nuevo sol, atravesará la puerta de la ventura para cada uno de nosotros,  traerá luz, calor y esperanza.

Seamos  del tamaño de nuestros pensamientos, para permanecer en la paz y tranquilidad que todos deseamos.

Mi deseo sincero de bienestar, salud y felicidad.

Muy feliz navidad y un año 2022 lleno de paz y amor.

Mis mejores deseos para vernos pronto.

OSCAR ESQUIVEL