El humanista de origen francés, cura con las manos tocando el corazón y el alma de los enfermos a quienes sólo les pide tener fé y abrir sus mentes a un mundo de posibilidades infinitas.
Guiados por la esperanza de creer en algo más que en un hombre, miles de potosinos que acudieron ayer a las jornadas de sanación con el humanista francés René Mey, quien con sólo tocar desde afuera, en el pecho, el corazón de hombres y mujeres, y desde adentro, el alma, salieron liberados del agobio diario y curados de males físicos que sólo la esperanza se atreve a sanar.
Desde el miércoles por la tarde y el jueves todo el día, René Mey trabajó sin descanso, pasando entre cientos de personas a quienes uno por uno, reunidos en un salón de eventos en un hotel del oriente de la capital, iba imponiendo sus manos mágicas, porque casi de inmediato, los enfermos de pesar o de tedio, con problemas físicos o espirituales, encontraban remedio a sus males.
Carmen Rocha y Karla Cruz, dos potosinas que esperaron algunas horas para ser atendidas por René Mey, dijeron haber encontrado mucha paz tras la imposición de manos que les hizo sobre el pecho el humanista.
“Es una cuestión de fé, de creer, porque si no crees, no sientes ese alivio que nosotras sentimos”, dijo Lorena, una ama de casa del sur de la ciudad capitalina.
Es mucha la emoción que se siente cuando él pasa por donde está uno, dan ganas de llorar, hay una sensación de alivio a los problemas que uno tiene todos los días y hasta de las dolencias físicas se cura”, asegura la señora Carmen Rocha.
Durante las jornadas de sanación, más de 8 mil potosinos acudieron a curarse de algún mal físico o espiritual, impulsados sólo por el deseo de ser curados, con la fé por delante y la esperanza atrás.
René Mey es un humanista francés que a través de la meditación profunda, se cree que ha resuelto todo tipo de problemas y enfermedades en miles de personas alrededor del mundo.
En su breve estancia en suelo potosino, llevó a cabo dos jornadas de sanación en un hotel de la carretera 57, totalmente gratuitas para la gente, a quienes sólo pedían que acudieran con la mente abierta, dispuestos a ser sanados, sin ninguna exigencia económica, religiosa o rango social.
Entre los asistentes a la jornada acudieron niños, jóvenes, adultos, pacientes con enfermedades terminales o gente sana con el deseo de poder vivir mejor, así como también adultos mayores, personas parapléjicas, en sillas de ruedas o con padecimientos incurables.
Su método de sanación consiste en tomar de las manos a las personas y transmitirles su paz interior. No siempre se resolverán los conflictos en su totalidad, pero al menos ayudará a que éstos disminuyan o detengan lentamente su paso.