Ambulantes: Una pesada carga

Ahora que de nueva cuenta se ha puesto sobre el tapete de la discusión pública el gran problema que constituyen los vendedores ambulantes que han plagado el centro histórico por las graves pérdidas económicas que causan al comercio organizado así como la afectación a la ciudad en el renglón turístico al impedir el disfrute de los atractivos con que cuenta a los de por sí pocos visitantes foráneos que se registran se presenta la oportunidad de valorar su reubicación a otra zona donde puedan desarrollar su actividad sin ocasionar los citados perjuicios.

Ante la complacencia de las autoridades encargadas de regular ese tipio de vendimias los vendedores de la más diversa mercancía ya se han filtrado hasta la misma plaza de armas provocando que luzca como un gran y horrible tianguis por donde es difícil caminar con tranquilidad y libertad.

En el pasado se han tomado algunas medidas encaminadas a reubicarlos durante temporadas de elevada actividad económica y de repunte turístico como se hizo para la semana santa del 2016 cuando por acuerdos con las organizaciones de los ambulantes con los que se acordó entregar entre  250 y 300 permisos temporales para que se fueran a instalar a la alameda Juan Sarabia lo que también se hizo el 2017 para las fiestas navideñas aunque largos como son los “dirigentes del gremio aprovecharon para prolongar su estancia hasta después del  festejo del Día de Reyes por lo que hubo necesidad de amenazarlos con usar la fuerza pública para desalojarlos lo que poco sirvió pues la mayoría regresó a ocupar espacios en el centro histórico donde se encuentran hasta la fecha donde se aferran a seguir lo que seguramente hará necesario repetir las negociaciones para que accedan a ser reubicados en la alameda durante la época navideña que está a unas semanas de celebrarse, o bien elegir otra zona como podría ser la vieja central camionera para que se instalen y aún el rumbo de la sierra de San Miguelito lo que seguramente rechazarían los activistas y habitantes de la zona ante el riesgo de que llegaran a sumarse grupos como Antorcha Campesina  cuyos miembros, sin duda, empezarían a fincar cuartos o viviendas que luego les serviría de pretexto para exigir que les entregaran en propiedad los predios donde ya hubieran fincado.

No se sabe si ya se han hecho propuestas a los ambulantes para que acepten voluntariamente desalojar el centro histórico o para que se reubiquen en algún otro lado cosa que difícilmente aceptarán toda vez que exigen que los dejen vender en lugares ampliamente transitados y cerca del área donde se desarrolla la actividad comercial y en el remoto caso de ser desalojados por la fuerza de inmediato invocan a los organismos de derechos humanos acusando de represión a las autoridades lo que los hace un hueso duro de roer.