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Israel 'N'

Oscar Esquivel | 07/10/2021 | 18:16

No podría permitirme dejar pasar los actos que vivimos en un mundo de violencia desenfrenada, somos un país inmerso en la espiral más violenta que jamás habíamos experimentado. La generación de violencia, una de sus causas es inconformidad de miles por su vidas sin sentido, les han robado todo, hasta la dignidad y junto con la pobreza permite fácilmente caer en las redes criminales o de la violencia, incluida la doméstica, se permite el abuso del poder para el sometimiento del otro, la fuerza enloquecida nubla la razón y la moral en los individuos, convirtiendose en asesinos de hombres, lo mismo da quitar la vida a mujeres que a niños, es la máxima expresión del aniquilamiento humano.
 
Los niños, son la forma más civilizada de bondad, de cariño y amor, para el infortunio son la presa fácil de verdugos, hombres o mujeres, el género da lo mismo, se convierten en crueles torturadores y silenciadores de la infancia. La violencia que se ejerce contra los pequeños es el espejo del adulto que en su infancia fue sometido a un largo flagelo de pobreza, miseria y hambre, aunado a los golpes físicos y psicológicos de padres o parientes, también se da sin importar su estado social, ricos y pobres sufren por igual.
 
“N” SU APELLIDO
 
Israel “N" Como todos los niños, es llevado por primera vez a la escuela, lo acompaña su mamá, una mujer joven de tez morena, hija de Martín quien se dedica a la pepena de basura, vivió sin madre ya que fue acusada 16 años atrás, del asesinato de un hombre “N” que la violó, al poco tiempo murió en prisión a causa de una enfermedad venérea mal tratada, de esa violación había nacido ella la mamá “N” del pequeño Israel.
 
Él, un niño bajito en comparación con sus nuevos compañeros del jardín de niños, cachetón, retraído, tímido, con una expresión en los ojos de inocencia, a sus 4 años aun utilizaba pañal. Con el transcurrir del tiempo se le observó más callado de lo acostumbrado. Cotidianamente los días lunes, casi siempre llagaba con pequeños moretones, al observar esto, las maestras del jardín de niños alertaron de la situación, haciéndole un llamado a la madre, ella evadía siempre su responsabilidad, aducía que los golpes eran por caídas constantes por la manera torpe de conducirse al caminar su hijo.
 
El abuelo del pequeño Israel “N” un hombre de 47 años, que parecía de setenta, la vida le cobraba factura de tanto desenfreno, enfermó de insuficiencia respiratoria, asustado un día lunes, llego con la directora de la escuela a pedir ayuda, precisamente a una semana donde el niño había faltado todos los días.
 
Cuenta el abuelo, que su hija comenzó a tener una relación sentimental con un joven de la colonia, al principio todo marchaba muy bien, tanto que el pequeño al llegar el novio “N” a visitar a su madre corría y lo abrazaba, era correspondido.
 
Un día bajo los efectos de la alguna droga llego el compañero de mamá, Israel feliz corrió a su encuentro al escuchar la puerta, esté, al abrirla, fue empujada con tal fuerza que aventó al niño arrojándolo al piso pegando su cabecita contra en una mesa, tardaron más de 20 minutos en reanimarlo, y así comenzó el infierno para él, la madre absolvió de toda culpa a su amante justificando su actuar, como suele suceder en la mayoría de los casos.
 
Fue cuando el niño comenzó a cambiar, no había una visita de este infame a casa, donde Israel no fuera insultado o con un golpe, siempre permitido por ella. Refiere Rafael el abuelo, que el fin de semana su hija influenciada por el sujeto, también cayó en las drogas y estando juntos en intimidad, el pequeño lloró por alguna razón, él furioso se levantó de la cama, lo tomó de sus piernas y lo arrojo a la calle como trapo viejo para que se callara, al ver que no lo hacía, su madre, corrió a recogerlo, no para protegerlo si no, solo para entregarlo nuevamente su verdugo, quien lo azotó con un cinturón, le tapó la boca para no se escucharan los llantos metiéndole papel sanitario en la boca, de esta manera Israel se ahogó y murió.
 
Había pasado una semana, el abuelo como en ocasiones no los visitaba con frecuencia no se dio cuenta del maltrato, pero al llegar a casa ese lunes su hija le conto incoherencias, fingiendo que el chiquito estaba enfermo, cuando en realidad tenía ya una semana de haber fallecido sin ser sepultado.
 
El abuelo ¿Por qué acudió a la escuela? ¿Por qué al darse cuenta de la muerte del pequeño no fue con la policía? Aduce que la misma madre, su hija, lo amenazo con culparlo, el argumento del abuelo fue que primero requería de la protección de las maestras para que posteriormente fungieran como testigos.
 
Hoy la pareja de asesinos, cumplen una condena ridícula de 7 años para ella y 10 para él, ¡sí! ridícula, un niño es tan valioso como un adulto, la justicia no debe valorarse por la edad, se ensañaron con el pobre Israel, le arrebataron la vida.
 
Hay cosas que ocasionan pena y dolor, como este caso existen muchos, las victimas dejan de tener apellido para convertirse en una letra del abecedario “N”, los asesinos solo mientras dura su condena seguirán en el anonimato de la letra “N”, lo peor que podrán
 
rehacer sus vidas con todo y sus apellidos, eliminando la “N” sin importar nada, Israel siempre será “N” para la “protección de la sociedad”, es fácil olvidar una letra.
 
Suele ocurrir que la escuela se convierte en primer contacto de la comunidad fuera de casa, el personal docente en ocasiones tiene no miedo, tiene pánico de denunciar estas conductas de maltrato infantil, las supervisoras de zona, les advierten del proceso tan largo y tedioso, metiendo miedo para que desistan de sus intenciones, prefieren “cumplir metas” que actuar con justicia. Existen innumerables casos, la mayoría no denunciados, prácticamente la autoridad educativa prefiere omitirlos para evitar escándalos.
 
Nos saludamos pronto.
 
OSCAR ESQUIVEL