El productor británico Nick Gold no olvidará jamás la primera vez que cruzó las puertas de la que hoy, 25 años después, todavía llama la "Catedral de la Música Cubana".
Era septiembre de 1996 cuando, acompañado de los músicos y productores Ry Cooder y Juan de Marcos, ingresó a los estudios EGREM, en La Habana, para grabar uno de los discos fundamentales de la última mitad del siglo 20: Buena Vista Social Club.
En un enorme cuarto con paneles y piso de madera, según lo recuerda, desfilarían a lo largo de 10 días algunos de los máximos intérpretes de la música cubana, como Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo, Eliades Ochoa y Rubén González, todos listos para ser grabados por el trío de productores.
Entre bullicio, camaradería y, como ahora se sabe, muchos chispazos de buena suerte y talento en bruto, Nick Gold supo que no tenía oportunidad de fallar.
"Esa sesión, en ese cuarto, en realidad nunca me dejó, porque fue una semana increíblemente poderosa mirando a estos artistas asombrosos vertiendo este material bellísimo", recuerda Gold.
"Tuve una sensación de responsabilidad muy presente al hacerlo; me dije: 'no puedo joder esto, algo importante está pasando y debo de hacer todo lo que pueda para asegurarme de que lo capturemos'".
Orquestador y testigo privilegiado de esa magia, Gold festeja los 25 años de la grabación junto al sello Discos Corasón, que representó al álbum en México durante dos décadas y cuyos fundadores, Mary Farquharson y Eduardo Llerenas, estuvieron presentes desde el inicio del proyecto.
Este sábado 25 de septiembre, a las 19:00 horas, en el canal de YouTube de Discos Corasón será transmitida una charla inédita entre Gold y Farquharson, quienes abordan, con calidez y cercanía, las anécdotas menos conocidas de la grabación del material.
Ahí está, por ejemplo, la historia de cómo, al momento de grabar la inolvidable versión del bolero Dos gardenias para el álbum, a Ry Cooder se le ocurrió probar con una voz más suave que la de Manuel "Puntillita" Licia, pero sin candidatos disponibles en ese momento.
Fue entonces cuando, en un chispazo de genialidad, Juan de Marcos recordó a su colega Ibrahim Ferrer, entonces viviendo de manera muy modesta y trabajando como bolero de zapatos, hastiado del medio musical, que lo había maltratado.
"Tomó algo de convencimiento. Ibrahim no quería ir, dijo 'he tenido suficiente del negocio del espectáculo, no estoy interesado', estaba muy desilusionado con cómo lo había tratado", recuerda Gold en la charla, a cuya grabación asistió este diario.
Recibido en los EGREM por el pianista Rubén González, quien le dio la bienvenida tocando Candela, la canción insigne de Ferrer, este último aceptó grabar canciones para el disco.
Lo mismo con Omara Portuondo, cuya insigne Veinte años, estuvo a punto de no suceder porque la cantante, quien estaba ahí mismo grabando un disco propio, partía al otro día a Vietnam de gira.
Sólo Compay Segundo pudo convencerla para quedarse y, en no más de dos horas, ya se había ido de nuevo.
Plena de anécdotas que serán pormenorizadas por Gold, si algo deja claro la charla es que la genialidad del disco reside, de alguna manera, en lo impredecible de su hechura y en los felices accidentes que lo moldearon.
Pensado originalmente como un disco de colaboración entre estrellas de la música cubana y africana, los planes de los productores cambiaron cuando los músicos de afuera no pudieron llegar a la isla.
Luego, la grabadora del estudio se descompuso.
"Ry llegó y comenzamos a trabajar en el disco que se convirtió en Buena Vista Social Club, así que teníamos a todos en el estudio, a todos los músicos en el estudio, con muchos sonidos en el aire, con Ry poniendo los micrófonos y demás, y luego la grabadora se rompió", relata Gold.
Este hecho, que tardó dos días en arreglarse, terminó por poner el ánimo correcto en el estudio y, sobre todo, por cimentar el hoy icónico repertorio.
"De alguna manera, era horrible ver a esta habitación de músicos y no poder grabar, pero, por otro lado, quitó por completo la presión y ahí estaban todos esos músicos asombrosos en el estudio, muchos de los cuales nunca habían escuchado, o podrían no haber escuchado del otro, antes", relata el productor.
"El piano estaba ahí y Rubén estaba tocando y tocando y tocando todo el día; luego te ibas para el otro lado y Eliades estaría con algo y luego estaba Compay", recuerda.
A 25 años de distancia, resulta difícil pensar que canciones tan emblemáticas como Chan Chan, De camino a la vereda, Dos gardenias, Veinte años y Candela no estaban en lo absoluto consideradas como parte del disco.
En parte, la brillantez del disco se encuentra en la posibilidad que tuvieron los músicos de, ellos mismos, sugerir a los productores sus mejores canciones.
"Tenías gente presentándote repertorio que no tenía paralelo, lo mejor que podías tener como sugerencia", describe Gold, quien recuerda que las únicas dos ya planeadas eran El carretero, y El cuarto de Tula, esta última, presentada el productor por Mary Farquharson y Eduardo Llerenas.
"No sé por qué funcionó tan bien, para ser honesto, quizá porque había mucha gente ofreciéndolo y mucha gente oyéndolo", dice sobre el resultado final.
"Para poder grabar una canción, a mucha gente ya le había gustado. Creo que ninguna de las canciones fueron sugeridas y luego alguien dijo 'no, ésa no la quiero', y alguien insistió. Creo que cada canción que fue grabada fue muy bienvenida por todos".
La transmisión de Discos Corasón, primera de una serie que está preparando, contará con material inédito de Compay Segundo, Eliades Ochoa y Rubén González, además de un mensaje especial para Gold de Omara Portuondo, y una interpretación nueva de Veinte años, traducida al amuzgo, por el músico guerrerense Mariano García.
Hay preguntas, sin embargo, que ni el propio Gold puede responder, como por qué el disco se convirtió en éxito rotundo, de escala mundial, que marcó a muchas generaciones.
"Todo lo que sé es que, cada vez que escucho ese disco, sigue sonando muy fresco, inmediato y lleno de vida, vitalidad, y algo sobre él, en parte por la forma en la que fue grabado, en el que sientes que estás junto a los músicos, sientes que estás rodeado por la música, en el mismo cuarto que los músicos", dice sobre su legado.
La transmisión de la entrevista entre Gold y Mary Farquharson puede seguirse en el siguiente enlace: https://goo.gl/xkjcJh.