Paola De la Rosa | 12/09/2021 | 02:09
La época de los años 50 del Siglo XX vio nacer uno de los comercios más emblemáticos de San Luis Potosí; un proyecto comercial diseñado para realizarse en Guadalajara pero que por motivos diversos no se concretó; sin embargo la capital potosina fue la cuna perfecta para que naciera La Sirena, fundada por Luis Víctor Narváez Rodríguez.
Ferretería, primer giro
La primer tienda de La Sirena se encontraba en la esquina de las calles Damián Carmona y Reforma.
Una segunda tienda se ubicó en las inmediaciones de lo que ahora es el Hotel Panorama.
La tercera se instaló en Venustiano Carranza entre Bolívar e Independencia.
La última tienda, que es la que aún se mantiene abierta, está ubicada en la calle Álvaro Obregón, es la tienda matriz y una de las más grandes.
Afianzaron el negocio con productos ancla
Alberto Narváez Arochi, hijo de los propietarios de La Sirena, relató que “este negocio en un inicio era del rubro de la ferretería, mi padre el fundador, Luis Víctor Narváez, al tener La Sirena buscó tener algunos negocios ancla y para esto en la ciudad de New York, en el restaurante del famoso hotel Casa Blanca, firmó un contrato para tener la distribución exclusiva de las pinturas Sherwin Williams, de los candados Yale y las cubiertas para mesa de la marca Wilson Art”.
Don Luis Narváez Rodríguez murió en 1965 y La Sirena pasó a ser atendida por su esposa, Dolores Arochi Romo.
Alberto Narváez explicó que “ella le dio un giro al tomar las riendas de La Sirena y la mitad de la tienda se quedó como ferretería y la otra mitad en regalos, flores, plásticos, pinturas al oleo, herramientas de arte, acuarelas”.
En los 80 crece La Sirena
En esta época la propietaria de la extinta tienda La Cerería de Guadalupe atraviesa una crisis, por lo que se decide unir este establecimiento a La Sirena, por lo que un área de esta tienda era dedicada a la venta de artículos religiosos, veladoras, entre otros.
Legado y detonante de la economía
Más de tres generaciones han dado continuidad a este establecimiento comercial, que ha dejado un legado familiar, herencia del emprendimiento con el desarrollo de comercios que han detonado la economía y que además han sido fuente importante de empleos, ya que “los pequeños y medianos negocios tienen una cualidad, que terminan siendo patrimonio y forman otros patrimonios y son negocios vulnerables que tienen que ser protegidos al enfrentar situaciones como la pandemia que ha lastimado a La Sirena y a otros negocios”.
La Sirena cierra un ciclo
La emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 ha afectado en todos los aspectos, y La Sirena se ha visto severamente afectada financieramente, por lo que sus actuales propietarios, hijos de sus fundadores, han decidido renovar este emblemático lugar atendiendo las necesidades de sus clientes y ofreciendo nuevos servicios, ya que dentro de los proyectos de este establecimiento comercial es hacer un cambio de giro conservando la esencia de la Mercería La Sirena.
Narváez Arochi explicó que “entramos a un momento complicado y luego de la muerte de mi madre, en 2018, que era el espíritu de este negocio que ella atendía personalmente, se ha optado por la liquidación para eliminar inventario y una vez que se limpie, sobre todo en el tema económico, veremos cuál sería la continuación de La Sirena y continuará el nombre, desde luego”.