Pedro Cervantes Roque | 09/09/2021 | 19:56
No es nuevo el uso de la palabra “tiempo” y su plural “tiempos” como una adaptación virtual pues el tiempo es único e imparable. Quienes pertenecieron a regímenes pasados esperaban a que “fueran los tiempos” para ocuparse de la promoción de su persona en busca de una probable nominación a un cargo de elección. Los adelantados eran condenados y los retrasados pendejeados por impuntuales en ambos casos.
Ser preciso en el tiempo político es llegar en coincidencia con un parámetro que se fija a gusto del que manda. Es conocida la anécdota del servidor que responde al jefe a su pregunta sobre la hora que es: “las que usted diga señor presidente”. Para los efectos de la política el tiempo lo pone y lo marca quien tiene el sartén por el mango. No cualquiera puede ponerle marcas al calendario ni fechas a las decisiones favorables para nominación alguna. El tiempo es al político lo que el sombrero al mago o el truco falla.
Cuando los políticos de ahora hablan de que “estos son otros tiempos” sin señalar las diferencias que lo denotan, no sé si están fuera de tiempo o están perdiendo el tiempo en tonterías. Ahora el tiempo es un sello que marca fantasmales diferencias y oculta ignorancias supinas. Claro que solamente ellos saben qué significado tiene la económica frase de marras. El significado de tiempos nuevos en la política es parte de un juego de palabras huecas que hacen referencia a un cambio sin decir en qué consiste.
Si se refieren a modificaciones en las formas de matar pulgas pudieran tener razón. Y mientras ésta, la razón, no se concrete en los hechos, “los tiempos” seguirán siendo los mismos y los “otros” seguirán esperando nuevas oportunidades.
Solamente tres calificativos pueden aplicarse a las sucesivas administraciones encabezadas por una sola persona en posición de presidente de la república, gobernador o presidente municipal: bueno, regular o malo. No hay más. Si el mandatario nos quiere impresionar que su llegada marca el inicio de “otros tiempos” primero habrá de demostrarlo sin anuncios previos. Ningún presidente, gobernador o presidente municipal porta un sello bajo la manga para cambiar el color del tiempo hasta hacerlo “otro”. Pero, en todo caso, tampoco está exento de la calificación popular de su administración, ordinariamente expresada hasta el final de cada periodo de gobierno.
Si los políticos exitosos no se dieron tiempo de conocer, entender y valorar el puesto que buscaron y luego ganaron en una elección, hemos perdido el tiempo.
ALGO PARA LLEVAR
El literato español Camilo José Cela y Trulock fue Senador en Cortes Generales de su país entre el 15 de junio de 1977 al 2 de enero de 1979. Alguna vez fue descubierto dormitando en su curul por el presidente de las Cortes quien lo increpó: Senador, está durmiendo. Cela respondió de inmediato: no estoy durmiendo, estoy dormido.
Y cual es la diferencia, dijo el presidente.
Cela respondió: La diferencia es la misma que hay entre estar jodido y estar jodiendo.
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