La resolución del INE para calificar válidos los gastos de campaña de Ricardo Gallardo Cardona a través de los partidos que le dieron apoyo para la elección del 6 de junio reciente, nos ahorra tiempo, pero no espacio. Las evidencias nos dicen que los dos principales contendientes de la elección de gobernador no caben en el espacio de nuestro territorio y que las inconformidades nos llevarán a confrontas todo el sexenio.
Cuando no sea por las nominaciones de su equipo, lo será por divulgar anécdotas que prefiguran el carácter del nuevo gobierno que encabezará Gallardo, o quizá la interpretación de cada uno de los pasos en el manejo de las cuentas públicas, o tal vez por los yerros que toda administración que inicia pudiera cometer. No es buen augurio que la inconformidad causada por el resultado electoral bote y rebote conforme pasa el tiempo. En el pasado reciente San Luis no tuvo paz por más de 40 años y los resultados fueron y son todavía desastrosos.
Me parece que conducir el gobierno es complicado cuando se hace frente a un auditorio que incluye buena parte de arrepentidos, de disgustados o de personajes que no desean perder los espacios que tuvieron por décadas y que hoy tienen enfrente un aparato que no los dejará pasar. Sabemos que impedir la continuidad de un grupo en el área de influencia del gobierno estatal no lo es todo. Falta demostrar que las nuevas formas y los nuevos funcionarios le saben al manejo de las dependencias y que garantizarán resultados tan buenos como los que se ofrecieron durante la campaña.
Hoy es tiempo de hacer a un lado el aparato que se encuentra montado en el gobierno y de buscar elementos que además de confianza y lealtad tengan capacidad de alcanzar resultados como los que tiene en sus planes Gallardo Cardona. Al mismo tiempo, el gobernador electo tiene la obligación de controlar el gobierno, de aplacar las iras de aquellos elementos que lo auxiliaron en momentos álgidos de la campaña e hicieron el papel de agresores de palabra y eventualmente de obra, para buscarles un espacio que les permita transitar en otro ámbito y con otro papel.
Asumir la gubernatura de San Luis en las condiciones en que recibe la administración estatal, no va a reclamar muchos esfuerzos, pero sí grandes ideas y decisiones prontas. Los escenarios del cambio no son distintos a los que se han vivido en los episodios anteriores. Un gobierno que enfrenta el conflicto de grupos de interés con la agresividad que se mostró en el pasado, pierde concentración y desaprovecha el tiempo por manejar el conflicto.
Si el voto ciudadano, hoy reconocido por el INE, demostró la ausencia de comunión de los votantes con los grupos de poder que respaldaron la candidatura contraria a la de Gallardo Cardona, eso significa que el fondo del pleito no es con el ahora gobernador electo sino el berrinche que les causa el desprecio de los electores en las urnas. Casi nada puede ser eterno en política y el cambio generacional que hoy se opera, debe ser observado con paciencia porque los estorbos y las críticas le pueden hacer cambiar de planes y estrategias, cuando todos percibimos que la tumba del pasado aún necesita su epitafio.
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