La administración municipal de la capital potosina, encabezada por el alcalde Xavier Nava se encuentra en el ocaso y es momento de hacer el recuento de los daños. Muy pronto se fueron tres años, donde se fincaron muchas esperanzas en la gente y el llamado a cuentas es duro.
Llegó fortalecido por una votación histórica y una lista de pendientes que urgía resolver en lo inmediato. Heredó una administración en ruinas, endeudada y corroída por la corrupción. Victoria Labastida no denunció a Jorge Lozano, Mario García no denunció a Labastida, Ricardo Gallardo no denunció a Mario García, pero Xavier Nava sí denunció a Gallardo, rompiendo con esa inercia. Pasaron años y al final esas denuncias fueron congeladas en la Fiscalía General del Estado y después de mucho tiempo, mejor enviadas a la Fiscalía General de la República; En un país donde la impunidad para los políticos está asegurada, nada pasó.
En está ocasión al final de la administración sí se dejará dinero en las arcas municipales, se disminuyó la deuda, se colocaron 50 mil luminarias, no se persiguió a opositores, se realizaron obras y ya no se recurrió a tapar los baches con chapopote y grava. ¿Pero entonces que falló se puede preguntar sumamente escéptico el alcalde? ¿Por qué no pudo reelegirse? Sobra decir que la poca autocrítica, la soberbia de su cercanos, la arrogancia de sus principales funcionarios y hacer campaña al lado de la defenestrada Mónica Rangel, fusionados en Morena le cobraron factura. El error fatal que comete cada alcalde en turno, es pensar que se cuenta con un electorado cautivo mediante los programas sociales. Queda demostrado que no.
Patricia Rodríguez en la dirección de Desarrollo Urbano y Catastro le provocó una hecatombe y su herencia es un enorme retroceso en transparencia, ya que tuvo la terrible osadía de reservar el padrón catastral y negar por todos los medios información relacionada con las licencias y permisos de construcción.
Otro desacierto fue que su equipo de comunicación jamás supo cómo comunicar precisamente los logros a pesar de abrir la chequera y realizar monumentales gastos en promover la imagen del alcalde. Se recurrió a muchos de los vicios que tanto criticaron y hoy Tiburcio Cadena tiene mucho que explicar no solo a su jefe inmediato, sino a la ciudadanía. Son varios millones de pesos pagados a “la voz de Kiko” y la serie de portales patito que se tienen bien detectados.
Xavier se cerró en una burbuja, donde jamás estuvo abierto y receptivo a la crítica. Sus lacayos le vendían versiones torcidas y convenencieras. Pero ya tendrá tiempo de hacer una honesta introspección, de lo contrario las consecuencias serán peores.
