Lo que recientemente ha ocurrido en el escenario político local y nacional pudiera no tener relación alguna. Sin embargo, hay un hilo delgado que se acaba de romper y se ha confirmado que la política tiene su estructura fincada en la negociación. Se pierde y se gana.
No es un secreto que el afán de vincular el periodo gubernamental que está por concluir a por lo menos tres posibilidades en juego fue orquestado desde la secretaría general de gobierno. Pero de las siete opciones electorales que se levantaron en la contienda por la gubernatura, ninguna fue de las que se pretendió operar en ese momento.
La sinopsis de la campaña nos dejó claro que el ahora gobernador electo tuvo que enfrentar partidos, coaliciones y la enfrenta que desde el gobierno se tejió. Pese a las evidencias disponibles, los actores políticos siguen haciendo como que viven una realidad distinta y no admiten como suya la responsabilidad de la derrota y tratan de disminuir los efectos de esta.
A las claras no se ha jugado en San Luis Potosí en los recientes 25 años. Cuesta reconocer que ese periodo es también el de una armazón que creció dentro y fuera del poder. Mantener un clima favorable y establecer vínculos dentro de la red de secretarías y direcciones del gobierno y de los ayuntamientos más importantes ha sido posible gracias a la mente de un personaje que se pegó a la estructura por tanto tiempo y que de pronto se siente en el aire, sin sostén.
Si Gallardo Cardona logra establecer una red distinta será un logro personal. Sin embargo, dudo todavía que disponga de los elementos capaces de enterrar la persistente presencia de las estructuras que parecen decadentes pero que, por lo que sé, han entrado al taller de las reparaciones en espera de mejores tiempos. Desenraizar es tronco de ese árbol que dio sombra a personajes que no tuvieron otro remedio que buscar alujo en sus espacios a cambio de garantizar la presencia y adoptar sus decisiones como si fueran propias, es el reto del gobernador electo.
Los pones y alfiles que se mueven en busca de renovar la red de poder tras el trono podrían tener éxito si anulan las extensiones que se tienden en el Congreso y que se han colado en el Poder Judicial del Estado. Lo que hoy suceda, más lo que ocurra en los siguientes meses y años tendrá un reflejo apenas perceptible de ese poderío que se niega a abandonar la escena estatal y municipal. Gallardo tiene destellos de brillante, pero también expone carencias políticas que reflejan inmadurez. Cuando no le queda más remedio que aceptar la realidad su salida debe ser la discreción. El dominio empieza por uno mismo.
El estilo del presidente de la república no debe replicarse en una entidad que, como se sabe, se rebela contra los cacicazgos y se sorprende cuando los vecinos le advierten que trae uno encima.
pedrocervantesroque@yahoo.com.mx
