Lupillo González | 27/07/2021 | 18:56
Cuando ilusamente pensábamos que ya lo habíamos visto todo con el Congreso, antes de irse, esta legislatura nos sorprende con nuevo escándalo. Resulta que se destapó la cloaca con el uso que se le da a varios vehículos oficiales, que son responsabilidad de Marco Antonio Balderas Álvarez, Coordinador de Servicios Internos. El pasado 16 de junio, se cometió un robo en un hotel de Villa de Reyes y los presuntos delincuentes traían nada más y nada menos que una auto propiedad del Congreso.
En una primera instancia, la diputada Vianey Montes que preside la Mesa Directiva, pretendió ocultar todo, pero luego de enterarse que los afectados pusieron una denuncia penal, trataron de confundir a la autoridad e intentaron alterar los hechos, al señalar que el automóvil, el día del robo se encontraba en un taller. Pronto se les cayó el teatrito y al salir todo a la luz, ahora no encuentran la forma de salir del tremendo lio.
Habíamos visto a los diputados robarse identidades, falsificar las firmas de personas de escasos recursos y usar empresas fantasmas, pero esto, de que aparezcan autos oficiales involucrados con delitos, da un giro a la delincuencia de cuello blanco, en este caso, de cuello bastante percudido. Es evidente, que las altas esferas del congreso están intentando ocultar el nombre de la persona o personas que utilizaron la unidad relacionada con el robo ya señalado.
Existe un sinfín de situaciones ligadas con los automóviles que tienen asignados los diputados, ya que es muy común que los traigan las esposas, esposos, amantes, amigos, compadres y hemos conocido de diversos percances de gente que los manejaba en estado de ebriedad, pero un caso, donde una unidad ya esté relacionada con un robo, simplemente es de otras dimensiones.
Ya se tardaron en separar del cargo al Coordinador de Servicios Internos, que es el primer responsable de la entrega que hizo del vehículo. Luego, tendrá que enfrentar las consecuencias en caso de mentir en su declaración ministerial y no se nos olvide, que el encubrimiento también es un delito.
Solo le faltaba a esta pésima legislatura la cereza en el pastel, luego de estar diversos diputados embarrados de cochambre, tras señalamientos de corrupción al vender su voto para que el ejecutivo consiguiera sus objetivos, de exprimir el sueldo de los “asesores”, de acosar sexual y laboralmente a empleadas, de llenar con familiares y amigos la nómina de honorarios, la cual crecieron en más de un millón de pesos al mes. No cabe duda, que en ese congreso nunca dejarán de sorprendernos.