Jair Bolsonaro prometió enterrar la "vieja política", pero el presidente de Brasil la acabó aupando. Tres años después de llegar al poder, el líder de la ultraderecha terminó de apuntalar su alianza con la corriente bautizada como "centrón", formada por un grupo variopinto de partidos acostumbrados a alquilar el apoyo parlamentario.
El "centrón" fue crucial para garantizar la gobernabilidad de todos los presidentes desde José Sarney (1985-1990) hasta Michel Temer, pero durante su campaña electoral Bolsonaro insistió en demonizar esta influyente corriente integrada por pragmáticas formaciones de derecha y centroderecha más moderadas, con amplio control del Parlamento.
Lo hizo bajo el paraguas de la "nueva política", la corriente "antisistema" que en 2018 aupó al poder a una centena de diputados, diferentes gobernadores y al propio Bolsonaro, quien paradójicamente, fue diputado durante 30 años, algunos de ellos de la mano de partidos que integraban el "centrón".
Bolsonaro vendió la historia de la nueva política porque todas las encuestas mostraban el descontento de los brasileños con la representación política. Se vendió como un 'outsider' porque durante años tuvo un papel insignificante desde el punto de vista legislativo", explicó a Efe Carolina Botello, doctora en ciencias políticas y asociada del Laboratorio de Estudios Electorales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
Pese a los ataques proferidos al "centrón", Bolsonaro ha acabado sellando una alianza para garantizar su permanencia en el cargo, a medida que aumenta la presión por un juicio político con vías a su destitución.
El capitán de la reserva del Ejército dio un paso más allá y este martes ofreció formalmente uno de sus ministerios más importante, el de la Casa Civil (Presidencia), al senador Ciro Nogueira (Partido Progresista), uno de los principales líderes del "centrón".
Bolsonaro llegó a prometer que no otorgaría ministerios a cambio de apoyo político, pero acabó entregando el corazón del Gobierno al grupo conocido por comercializar sus votos en el Congreso a cambio de poder.
Para justificar su nombramiento, Bolsonaro admitió recientemente lo que negó durante toda su campaña: "Yo soy el centrón, yo nací de ahí".
EL PRAGMATISMO DEL CENTRÓN
Desde la redemocratización en Brasil, ningún presidente ha conseguido gobernar sin el grupo.
"Pero el 'centrón' es pragmático. Apoyan si les interesa, no hay ninguna lealtad partidaria. Si perciben que avanzan los sistemas de ruptura institucional o que hay una fuerte caída de la popularidad dicen adiós y saltan fuera", resaltó Botelho.
Así ocurrió en 2016, cuando las calles de Brasil para pedir la renuncia de la entonces presidenta Dilma Rousseff (2011-2016). El "centrón" no dudó entonces en retirarle su apoyo y apoyar el juicio político que llevó a su destitución por unas irregularidades en las cuentas públicas.
El grupo, sin embargo, también fue el encargado de garantizar la supervivencia de Michel Temer (2016-2019) al impedir la apertura de un juicio por corrupción contra el presidente durante el ejercicio de su mandato.
Con una popularidad a la baja y cercado por decenas de pedidos de "impeachment", Bolsonaro también sabe que su continuidad en el cargo depende, en parte, del "centrón", con quien ha terminado de consolidar su aproximación para preparar su base de cara a las elecciones de 2022.
El capitán de la reserva del Ejército, quien se encuentra sin partido desde finales de 2019 tras abandonar una sigla de alquiler, llegó a insinuar su posible afiliación al Partido Progresista de Ciro Nogueira, una de las principales formaciones del "centrón".
El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, no obstante, admitió que algunos electores que votaron en el mandatario en 2018 podrían "sentirse un poco confundidos" con la alianza con el "centrón", el cual tuvo un papel protagonista en los escándalos de corrupción de la Lava Jato.
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