Miguel Ángel Guerrero | 11/07/2021 | 18:28
El hecho de que aún no se definan las etapas para llevar a cabo el proceso de entrega- recepción de la administración estatal evita que se tenga una idea más o menos clara de las condiciones en que dejará al estado el gobernador Juan Manuel Carreras pues se entiende que tendrá lugar a partir de que se desahoguen los pendientes gales en torno a la elección del 6 de junio pasado de los que depende si se ratifica el triunfo de Ricardo Gallardo Cardona o se resuelve la reposición del proceso electoral o en caso extremo el asunto llega al punto de que el congreso del estado designe un gobernador interino y convoque a elecciones extraordinarias para elegir al sucesor legítimo de JMCL.
Este compás de espera, a su vez, no ha dejado espacio al inicio de las tradicionales reclamaciones del gobernante entrante al saliente por lo que se hizo o se dejó de hacer y que al relevo le tocará resolver lo que en etapas pasadas de ese tipo provocó agrios encuentros verbales que todavía se recuerdan como cuando llegó al gobierno el profesor Carlos Jonguitud Barrios acusó al de su predecesor Guillermo Fonseca de no haber dejado ni las llaves de los escritorios aunque luego vendría Florencio Salazar quien por su parte señalaría al jonguitudista de que ni los escritorios dejaron.
Por lo pronto, y mientras se resuelven las impugnaciones al proceso y se determina si quedan las cosas como están o cambian radicalmente, el llamado gobernador electo y el todavía en funciones JMCL parece ser que quieren llevar el relevo en el poder sin problemas ni roces como se nota en las gráficas en las que aparecen juntos luego de una reunión para acordar los tiempos de la entrega de la administración así como en la ausencia de declaraciones echando culpas sobre la situación de determinadas circunstancias del gobierno, lo que ni uno ni otro pueden iniciar en atención a que mientras no se dicten las resoluciones jurídicas sobre las impugnaciones pendientes ni uno ni otro saben a qué tirarle.
CABOS SUELTOS
La fuerza de la tromba que azotó la ciudad la tarde del sábado que derribó parte del techo de la plaza comercial el dorado puso de manifiesto la falta de rigor en la revisión de las construcciones de ese tipo por parte de las autoridades para que no cedan ante las lluvias a pesar de su intensidad, no hubo una tragedia porque el derrumbe se originó cuando casi caía la tarde y la misma tormenta había inhibido la asistencia de la gente a esa plaza, afortunadamente.