El anuncio hecho por el gobernador electo Ricardo Gallardo Cardona respecto de que gobernará de la mano con el próximo alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos con el fin de unir esfuerzos en la resolución de los graves problemas que padece la capital potosina también parecen garantizar que no se repetirán los actos bochornosos que han protagonizado gobernantes y ediles cuando llevan una relación complicada lo que en algunos casos dieron lugar a episodios ridículos que ya ocupan un lugar en el anecdotario popular pero hablaron muy mal de su formación política y madurez personal.
De cumplir Gallardo y Galindo su promesa de trabajar armoniosamente desde sus respectivos cargos para sacar adelante a la ciudad de su problemática con base en acuerdos y objetivos comunes en ese sentido seguro podrán generar la sinergia requerida para lograrlo y más si no hay entre ellos disputas soterradas por las candilejas mediáticas fenómeno muy común entre los ocupantes de ambos cargos.
Precisamente, por esa razón se generó uno de los sucesos entre un alcalde y el gobernador en turno como los protagonizados por Marcelo de los Santos como gobernante y Octavio Pedroza en su calidad de gobernante.
Otro incidente de ese tipo que también se dio entre MSF y un alcalde, pero esta ocasión fue con el entonces alcalde de Soledad de Graciano Sánchez Roberto Cervantes quien había despertado el disgusto por su negativo a entregar su parte del presupuesto para la construcción del puente en el cruce de la carretera a Matehuala y la entrada a la cabecera municipal.
Al concluirlo se aprovechó la visita del presidente del país de entonces para que lo inaugurara para lo que se montó debajo del mismo el escenario propio para la ocasión. Cervantes ajeno a la irritación que traía contra él don Marcelo se presentó al sitio creyendo ser invitado obligado por ser alcalde del municipio anfitrión. Sin embargo al presentarse al acto y tratar de ocupar un silla gente de la ayudantía del gobernador le notificó que no había asiento asignado a él por lo que no tuvo otra que retirarse arrastrando la cobija.
Así entonces, con la promesa de Gallardo y Galindo de llevar la fiesta en paz podría ser que con ello no den lugar a desavenencias entre el gobernador y el alcalde capitalino y lleven la convivencia en paz sin pugnas por la atención pública pues ambos gozan de una amplia popularidad como lo refleja la amplia votación que obtuvieron para llegar a sus respectivos cargos.
