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PADRES DE LA PATRIA PERDIDOS

Gregorio Marín Rodríguez | 02/08/2010 |

PADRES DE LA PATRIA PERDIDOS

Sabrá Dios de quiénes son los huesos que Felipe Calderón ordenó sacar de la Columna de la Independencia para llevarlos al Castillo de Chapultepec. Lo que es casi seguro es que no son los de aquellos valerosos mexicanos que iniciaron la lucha por la independencia en 1810.

La historia dice que Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron decapitados en Acatita de Baján después de haber sido fusilados. Posteriormente sus cabezas se exhibieron en la Alhóndiga de Granaditas para escarmiento de quienes pudiesen caer bajo la seducción de los revolucionarios. Ergo, sólo quedaron los cráneos.

Una versión que corrió hasta mediados del siglo XIX decía que Juan Nepomuceno Almonte recuperó los restos de su padre, el generalísimo don José María Morelos y Pavón, y los llevó consigo a Francia tras la caída del imperio de Maximiliano, de quien fue adepto. (Existen testimonios históricos de que formó parte del grupo de mexicanos que fue a ofrecerle la corona de México al príncipe de Habsburgo). Supuestamente los depositó en un templo.

Un historiador mexicano informa que en 1891 se abrió la tumba de Almonte en París para ver si estaban allí los restos de Morelos y no encontraron nada.

De Juan Aldama se sabía dónde quedó su cuerpo, pero de la cabeza, nada. Y los restos no estaban en la columna de la Independencia.

De Allende y Jiménez no existe certeza del destino de sus restos, y para infortunio nuestro resulta que ni siquiera el retrato que conocemos de don Miguel Hidalgo y Costilla es suyo, pues de acuerdo con el historiador José Manuel Villalpando, actual coordinador de los festejos del Bicentenario, la imagen que se reproduce en los libros de historia es obra del pintor Joaquín Ramírez, quien usó como modelo a un hermano menor de don Miguel durante el imperio de Maximiliano.