Evidentemente las campañas electorales han rebasado el ámbito meramente político e incursionan en terrenos ajenos que presagian violencia sin control. Producto de ese ánimo retador que corta de tajo con toda posibilidad de entendimiento y de acuerdos pacíficos, la situación en San Luis Potosí podría decantarse hacia espacios en los que la autoridad no garantiza el desarrollo pacífico de las elecciones.
Envalentonados, retadores, los tres aspirantes a la gubernatura que encabezan las preferencias del electorado se dicen y contradicen, se insultan y se acusan sin tener pruebas ni haber presentado acusaciones formales ante la autoridad competente, invaden espacios que no son los propios de una contienda electoral. Las vinculaciones mencionadas con respecto al “crimen organizado” tienen efectos dañinos, pero no alcanzan la certidumbre de una prueba que lleve a San Luis Potosí, como han dicho Octavio y Mónica, a convertirse en un narcoestado porque sencillamente sería imposible.
No obstante, pisar esos terrenos trajo a Octavio la respuesta a través de una caja conteniendo una cabeza de cerdo, cuyo significado no escapa a ninguno de quienes toman parte en esta contienda electoral. Desde mi punto de vista ello es el resultado de provocaciones irresponsables que despiertan -si las hay- reacciones de organizaciones delictivas que incluyen al territorio potosino en sus intereses. Si la violencia llega a extremos indeseables, no es la campaña el escenario deseado para que así ocurra.
Si las investigaciones de la autoridad competente conducen a la vinculación plena de esa caja con el crimen organizado en su envío, habría que pedirle a la autoridad electoral que las ansias de triunfo no lleven a los aspirantes a provocaciones descontroladas porque lejos de demostrar capacidad para proteger a la ciudadanía con un sistema de seguridad efectivo, nos llevan a escenarios que para nadie son deseables ahora.
No puede ser que el temor a perder la vida o resultar lesionado se imponga a la hora de salir a votar e impere el abstencionismo en consecuencia. Las realidades de nuestro país deben atenderse con inteligencia y capacidad. No estaría en manos de ninguno de los posibles triunfadores en esta contienda electoral, resolver ni siquiera en la parte que le corresponde al estado, la situación de violencia e inseguridad que tiene al país sometido a un baño de sangre todos los días.
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Sujetarse a la oferta de programas -entre los que destaca el de la inseguridad- es una de las obligaciones que no están marcadas en ninguna ley electoral, como tampoco aparecen marcadas las amenazas y las reacciones de grupos que evidentemente permanecen atentos al desarrollo de los procesos electorales, en la medida que pudieran verse afectados.
La petición de protección a los candidatos que han sido amenazados colocó a San Luis Potosí entre los que destacan en el país. Sin embargo, la denuncia de Octavio Pedroza a través de su cuenta de Twitter por el abandono de una caja con una cabeza de cerdo en su interior debe llevar a las autoridades a considerar si la situación creciente de provocaciones creará el mejor escenario para que los ciudadanos acudan a las urnas en paz y tranquilidad y si los candidatos deben abstenerse de calificativos que no están en posibilidad de probar ante la autoridad competente.
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