El intercambio de denuncias y acusaciones entre los principales contendientes por la gubernatura del estado, bañan, en teoría al menos, con desechos pestilentes lo que debiera ser una lucha por el poder entre caballeros, con el debido respeto para las damas en contienda. Sin embargo, justo cuando la campaña electoral en sus diversos niveles entra en la recta final, la descalificación en el papel quiere adelantar resultados electorales cuyo único protagonista debe ser el ciudadano elector.
Adjudicarse el poder de decidir sobre los adversarios solamente por presunciones que no han sido corroboradas siquiera para tener una idea aproximada de ante quienes estamos parados, resta seriedad a los candidatos al gobierno y arrastra a sus compañeros de partido o de coalición como si fueran una sombra que se apega silenciosa e irremediablemente. Una muestra de ello es que el elector no tiene claro quienes son los candidatos a diputados locales o federales y eventualmente ignoran quienes son los personajes que buscan la presidencia municipal en el lugar que les corresponde.
Se ha buscado destacar algunas de las características más relevantes del proceso electoral, como un recurso indispensable para llamar la atención del elector al no haber propuestas serias y realizables en los tres niveles de la contienda electoral que nos toca presenciar en estos momentos. La dispersión de la contienda sin importar que se pertenezca al mismo partido o coalición desgasta y casi borra la presencia de candidatos a diputados locales, a regidores, a síndicos, pues en el nivel estatal el reparto de acusaciones y denuncias desplaza de la atención pública el quehacer de los candidatos “menores”.
La amenaza de denunciar a Octavio Pedroza Gaitán por el denunciado desvío de recursos estatales es tan perjudicial como afirmar que la Unidad de Inteligencia Financiera encamina sin descanso una denuncia por blanqueo de dinero contra Ricardo “El Pollo” Gallardo Cardona. Por su parte, la doctora Mónica Rangel ya no siente lo duro sino lo tupido por el señalamiento constante de misteriosos recursos asignados directamente a empresarios por adjudicaciones despegadas de los procedimientos apegados a la transparencia y la rendición de cuentas.
Si los tres personajes que encabezan las preferencias según las diversas encuestas resultan personas de escasa confiabilidad por el fuego cruzado que los tres realizan ahora, el camino de la abstención se abre como una posibilidad que tiene mayor presencia entre los electores. Lejos de presentar proyectos viables y esperanzadores, los candidatos al gobierno de San Luis han de esmerarse en la prevención de cualquier acto que los conduzca a retirar sus postulaciones sin haber llegado siquiera a la elección que se realiza en tres semanas.
El riesgo de anular el proceso electoral por una acción de las fiscalías electorales sustentada en las denuncias que fueron advertidas reviste de posibilidades de atrasar la elección de gobernador “por causas de fuerza mayor”. Días y noches de alborozo en calles y plazas regresarían al estado a etapas que pensamos ya desaparecidas y definitivamente superadas. O lo que es lo mismo, regresar al atraso y la pérdida de oportunidades.
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