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Nunca falta alguien así

Pedro Cervantes Roque | 22/04/2021 | 20:12

Uno es el error, lo demás son consecuencias. La frase atribuida a don Jesús Reyes Heroles, uno de los políticos mejor librados de la época priísta, viene “como anillo al dedo” en el penoso caso del atorado tráiler cargado con cinco mil despensas cuyo origen y destino siguen en el misterio. 

 

Por supuesto que el juego de “la roña” -de práctica infantil- tiene un parecido enorme con lo que hoy pasa en San Luis. Unos y otros han compartido sendas acusaciones aduciendo que las cinco mil o más despensas tienen fines equiparables a la compra “de votos”, asunto que de entrada es tan difícil de comprobar como lo es el origen y destino de los alimentos. Primero porque -de ser cierto- subsiste un mercado de vendedores y compradores de votos cuyas acciones son pecaminosas de los dos lados. Unos por matar la vaca y otros por tenerle la pata. Si la denuncia de los quejosos procediera contra el gobernador, obviamente procedería contra los destinatarios porque la culpa es compartida. ¿Podría hacerse realidad este supuesto?

 

Ora, nadie tiene la más remota idea a dónde fueron a parar las famosas despensas que, pesos más, pesos menos, deben tener un costo de 1.5 millones de pesos. El pagador de las despensas debe ser una persona física porque a nombre del Gobierno del Estado es difícil creer que en este tiempo se hagan compras por ese monto, a sabiendas de que está en marcha un proceso electoral. Quien logre acumular las pruebas necesarias para sustentar una acusación ante la Fiscalía General de la República, habrá ganado un buen prestigio y tal vez lo quiera invertir en votos porque la parte conceptual de la política también se vende como cualquier otra mercancía.

 

Quiero decir que estamos ante una mera presunción pues el delito, si es lo que se quiere denunciar, no fue consumado por un mero accidente causado por la impericia de un chofer que no tiene la menor de por donde se metió para ir a nadie sabe donde a realizar la entrega. Como hasta el momento del accidente ningún potencial votante recibió una sola despensa y ninguno de los 9 candidatos aceptaría que las compró o las mandó comprar, estamos delante de hechos no consumados y por tanto no sancionables.

 

Ora bien, dejémonos de tragicomedias políticas y atengámonos a los hechos. Las despensas deben estar en algún lugar. Como aparentemente nadie las reclama y mientras se indaga su origen y destino se pueden echar a perder, pues que se nomine a alguna institución de asistencia pública y se repartan para mitigar las necesidades de al menos cinco mil de nuestro millón y cacho de pobres subsistentes en el estado. Ya si los candidatos se quieren desgarrar las vestiduras como si cada uno fuera una blanca paloma, serán otros díceres, pero seríamos doblemente tarugos si creemos todo lo que dicen y aparte perdemos un bien que no tiene dueño y nadie va a reclamarlo so pena de sufrir un castigo indeseado.

 

Como ejemplo para todos, vale decir que la práctica de regalar despensas con frijoles con gorgojos es equiparable a repartir dinero entre los “ninis” o entre los adultos mayores, de modo es que dejen de hacerle al ensabanado y aceptemos que las tradiciones guardadas durante las campañas pueden ser buenas o malas, según el cristal con que se mire. El escándalo es rentable, siempre y cuando quienes lo aprovechan oculten todas las colas que sean pisables. pedrocervantesroque@yahoo.com.mx