La elección 2021 es singular

Nunca, antes, pudieron postularse alrededor de 1,600 personas en busca de 1 gubernatura, 15 diputaciones locales de mayoría y 12 de representación proporcional con sus correspondientes suplentes, 58 presidencias municipales y un promedio de 5 regidurías por cada una, 7 diputaciones federales de mayoría con sus respectivos suplentes, todos en el estado de San Luis Potosí.

Si ésta es una realidad materializada por obra y gracia de los acomodos legales y las peripecias políticas, es evidente que la participación ciudadana debería tener alcances mayores al 50 por ciento en las urnas que se instalen el primer domingo de junio venidero. La tendencia humana de simplificar para entender, nos lleva a considerar que tendremos al menos 8 equipos de candidatos contendiendo por los cargos que están en juego. Cada equipo constaría de una media de 200 elementos y el conjunto actuaría bajo los mismos principios para alcanzar el poder. Quienes fallen pueden arrastrar a por lo menos dos de sus compañeros en la escala que no es la suya, es decir, quien no gane una alcaldía quizá la pérdida se refleje en la candidatura por el distrito local que le corresponda. En fin.

Quiero hacer notar que el ejercicio electoral es la prueba máxima para cualquier político de cualquier nivel. ¿Quién de todos los miembros de un equipo actúa como capitán y quienes deberían seguir sus estrategias para obtener el triunfo? Posiblemente los 9 aspirantes a la gubernatura de San Luis resultarían privilegiados en este campo, al ser quienes desean obtener el liderazgo en el ejercicio del poderen el estado. Necesariamente habrá participantes destacados cuyos números en las urnas acrediten las bases para un futuro prometedor en el incierto campo de la política potosina, lo que debe llevarnos a la conclusión de que la reserva de hombres con capacidad para liderar el estado está renovándose ahora.

Por otro lado, los partidos electorales con registro estatal deben haber detectado el origen de sus fallas en este proceso. Las grillas y acomodos internos, la falta de estructuras bien diseñadas y llevadas a la práctica con destreza, será una carencia que les cobre sus réditos en las urnas. Los partidos no educan a los electores potenciales. Fuera de las etapas electorales, hacen la promoción a un lado y sobreviven con apenas débiles signos vitales. La política es una empresa que necesita inversiones también y su principal capital debe ser el ciudadano que vota en las urnas cada tres años.

Sin embargo, la paciencia del electorado renace en cada elección. Vuelve a crecer la esperanza de encontrar un gobernador excepcional, con el respaldo de todo un equipo de mujeres y hombres decididos a cambiar el destino común. Y, me parece, cada vez la desilusión reaparece cuando los políticos llegan a sus cargos y cambian sus preocupaciones anunciadas en campaña, por la de permanecer prolongadamente en las nóminas del poder. El desgaste del poder no es ocurrencia automática, es producto del descuido mal intencionado de los individuos que hoy podemos encontrar en el menú de candidatos de los partidos, cargados nada más que de promesas y buenas intenciones.

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