Los conflictos internos que viven, las decisiones contrarias a las aspiraciones de su militancia son algunas de las razones por las que la mayoría de los partidos políticos siguen siendo las instituciones que más repudio provocan a los potosinos y, por ende las más desprestigiadas y carentes de credibilidad que no se ve cómo puedan recuperar de aquí a las elecciones del 6 de junio pues todos arrastran conflictos precisamente relacionados con su participación en esos procesos.
Ninguno de los partidos tradicionales , los que políticamente se han posicionado de unos años para acá, ni los que son parte del poder se salvan de los enredos, rebeliones y reclamos de sus militantes porque, según argumentan, sus directivos han aprovechado las circunstancias para atender los intereses propios o de su grupo.
Por ejemplo, el PAN parece tropezar de nuevo con la misma piedra que lo hizo caer el 2015 cuando el control del partido y del reparto de las candidaturas ocasionó la desbandada de personajes importantes que a la postre afectaron a quien abanderó al blanquiazul en la lucha por la gubernatura, situación que, a pesar de haberse vaticinado reiteradas veces y en diferentes espacios esta vez se vuelve a repetir lo mismo en la relativo a la desbandada de panistas que en acusaciones a los directivos de repartir a su contentillo entre su grupo las candidaturas a los cargos que se disputarán, lo que ha obligado a su candidato gubernamental Octavio Pedroza Gaitán a trabajar horas extras en la tarea de tender puentes de diálogo con los inconformes como ya lo hizo con Marco Antonio Gama Basarte quien amagó con dejar el partido si los directivos no abrían el abanico de entrega de candidaturas a otros grupos.
Por el lado de Morena la situación no es muy diferente si se observa que la dirigencia nacional encabezada por Mario Delgado enfrenta una rebelión de morenistas locales por la que llaman “imposición” de su candidata al gobierno estatal, levantamiento que incluye una marcha por parte de una de las precandidatas en protesta por esa decisión, hasta graves acusaciones de estar favoreciendo con ello a otro candidato de diferente partido con tratos oscuros de por medio.
En el PVEM sus militantes no terminan de digerir el abierto manejo patrimonialista sobre el partido por parte del dueño de la franquicia estatal Ricardo Gallardo Cardona por la apertura a candidaturas importantes a personajes tan polémicos como el “siútico” Leonel Serrato.
En lo que hace al PRI sus seguidores no se reponen del golpe que les significó la obligación impuesta de apoyar al partido de siempre por la integración de una coalición que a eso les llevará, mientras que a los demás institutos políticos cuya pequeñez en todos sentidos solo por el hecho de ser partidos ya tienen ganado el repudio ciudadano y así marchan todos rumbo a la elección del 6 de junio.