Oscar Esquivel | 28/01/2021 | 20:43
Algún día crecerán las flores en los camposantos, donde yacen los muertos, los que se recuerdan y los olvidados, algunos descansan en mausoleos construidos de cantera potosina, labrada con las manos de los artesanos, o de mármol blanco símbolo de la pureza del que ya no habla, ni se mueve para decir gracias. En otras tumbas, solo se alcanza a ver un pedazo de madera vertical, donde se inscribe el nombre del ser querido, aquel trozo de madera fue alguna vez unacruz llevada durante un entierro, pintada de amarillo o azul, humilde,madera de pino, pero con mucho amor de su familia para con el difunto, quienes no tuvieron recursos económicos para adquirir una lápida, conformándose con ver el montículo de tierra que sobresale entre todas las tumbas, una tierra arreglada con flores recién adquiridas en algún estanquillo del panteón municipal.
Cuantos espíritus cruzan ahora por las calles como fantasmas sin un rostro, son fantasmas en la imaginación de los vivos, entes sin aliento, sin aire, sin oxígeno que les permita hacerse saber que aún pertenecen a este mundo son energía adelantada. Miles, cientos de ellos fueron personas con anhelos, sueños, visiones de futuro, se fueron fugazmente, igual como entro la enfermedad en sus cuerpos, rápida, inclemente, despiadada, producida por un virus producto del hombre, consecuencia de los excesos, que le permitieron desarrollarse solo para aniquilar.
Un bicho que se nombra, pero su presencia no es la de un fantasma, es real, es molécula, es materia viva, responsable de tu encierro y el mío, es causante de la soledad en las postrimerías de la muerte, el innombrable covid, deprime, asusta y te pone de mal humor. Es él, responsable también de sacar lo mejor de la gente, porque lo peor,ya muchos lo tenían incluso antes de la pandemia.
La pandemia es el holocausto, la respuesta al hombre de la naturaleza, es el contrataque a la soberbia,este minúsculo virus, nos ha puesto en la disyuntiva del ser hombres como especie pensante o ser una manada de búfalos que corren en las llanuras para solo encontrar alimento sin importar si el pasto se termina o no.
Actuamos como desquiciados, queremos saltarnos toda forma de civilidad que se impongan. Todo es pésimo, nada está bien, el cansancio crónico no sede. Del filósofo EslovenioSlavojZizek, “…en esta pandemia estamos muy cansados, uno muy crónico, tanto que en primavera sufrimos más,pero ahora con 20 veces mas contagios, la gente es mas indiferente, no celebrando, esta desesperada, nadie sabe que va a pasar, literalmente se está perdiendo el deseo…”
Tanta pregunta sin respuesta, irrumpeirremediablemente en nuestro espíritu, no hay que pensar si la pandemia a sacado lo peor de la gente, porque afuera en un hospital, en una asociación sin fines de lucro, en lo particular se puede dar lo mejor. Gente común y corriente, son quienes aportan con ética ayuda para recomenzar. No llega el momento de bailar de gusto por la vacunación, es ahora o nunca frenar elReloj del Fin de los Tiempos, evitar que continúe moviendosu manecilla,el, marcara el fin o la nueva era de la humanidad, todo depende de nosotros.
ASUMIR EL CRITERIO DE NO MORIR
Si el llamado a la vida fuera la vacuna contra la muerte, nadie fallecería. Tomando en cuenta que el mundo entero espera vacunarse para no enfermar y probablemente no morir, pensemos solo un poco, los laboratorios y farmacéuticas acusadas de todos, de trafico de medicamentos, de experimentos de horror con animales y seres humanos para alcanzar a comercializar algún fármaco, ellos son quienes ofertaron la vacuna contra el covid; lamentablemente los países más poderosos del orbe, sedes de estos laboratorios, les gano el lado monetario, el oscuro ideal capitalista, su ética disfrazada de dinero, para otorgarles al mejor postor el veneficio de vacunar primero a su población rica. Desgarradoramente hipócritas, si sus intenciones es salvar a la humanidad, ¡sí! que la vendan,pero podrían poner a disposición la fórmula o los insumos primarios, para que otros países la envasen, distribuyan y apliquen.
Se supone que la unión de los pueblos, el libre mercado, el comercio entre naciones, la globalización toda, es y debería ser el equilibrar riquezas, salud, alimentos. Desafortunadamente como lo observamos, la muerte no importa.Así la lógicaque aplicaun país poderoso a uno pobre por ejemplificar,” …te vendo relojes, petróleo, autos, pero no te vendo nada o poco, para que la población de tu país deje de sufrir…”
Los logros científicos deben estar al alcance de la humanidad, en tampoco tiempo se logró una vacuna, resultado de una vorágine casi embriagadora del poder de la sabiduría y el conocimiento al servicio de todos nosotros. Ahora se conoce más de medicina, psicología, de educación, que hace un año, esto es riqueza humana, no esperemos a estar conscientes plenamente para darnos cuenta de nuestra innegable realidad de ignorancia, y lo malo sea para peor y lo bueno quede como un sueño.
Lo odios y resentimientos afloran, seguimos culpando a los gobiernos de la catástrofe sanitaria, aquí y en el mundo, si hay que hacerlo, porque en ellos esta el deber, y si el “deber” lo convierten en necedad iracunda, hay una población enfermándose de miedo, con miedo se hacen locuras.
Como aquel que le dese la muerte a una persona, solo por no pensar o sentir como ellos, esa persona es un apersona resentida, enferma, que requiere de un psiquiatra y ayuda profesional psicológica, algunos dirán son las consecuencias de la estupidez, pero no hay mayor estupidez que la mezquindad.
Vamos a cambiar de pensamiento ya hay muchos muertos, millones de enfermos, diatribas de unos y de otros, el tema covid, lo traemos en la cabeza, queremos gritar, maldecir, sin embargo, solo existe una realidad que se ve y no se pone atención, no solo se marchan nuestros amados, se escabulle la sociabilización, se extermina la razón y gana le división.Las generaciones actuales de niños y jóvenes reclamaran al final de este tiempo obscuro, la falta de valor de luchar por la vida y la felicidad que ella da.
Nos saludamos pronto.