Pedro Cervantes Roque | 28/01/2021 | 20:40
Ha transcurrido la primera semana de un retorno al semáforo sanitario en rojo, y muchas son las razones por las que la población del estado pierde con frecuencia la paciencia que se reclama para transitar las vicisitudes de una pandemia sin control, que permea todo y aturde las estructuras del poder cuya responsabilidad es impostergable. Frente a las dificultades económicas que sufre la gente con el encierro y las limitaciones que ahora enfrenta ante la amenaza del contagio mortal, se suman los quehaceres para preparar una campaña electoral para la que todavía no existen formas definidas que garanticen resultados satisfactorios para los políticos.
Evidentemente la temática destacada de las campañas electorales tendrá que ver con la pandemia y sus consecuencias. Los gobiernos federal, estatal y municipales han de diseñar en estas campañas un plan que se ofrezca a la ciudadanía para encontrar una salida pronta y segura de los perjuicios dejados hasta ahora por un virus implacable. Se requieren, desde luego, algo más que ofertas de campaña. Se necesita alcanzar la seguridad de que los problemas que hoy enfrentamos indefensos han de llegar a su fin en un plazo razonable y que en el futuro se alcanzarán a recuperar las pérdidas y los alientos.
Parece innecesario exponer reiteradamente los valores personales y al mismo tiempo localizar las desventajas de que tal o cual aspirante a la gubernatura tenga en su currículo porque no irá solo. Aquí expreso una verdad de Perogrullo, sin candidatos no hay equipos de campaña y, por supuesto, nadie tiene claro el rumbo que busca seguir cada uno de los abanderados de las coaliciones y los partidos en lo individual.
Me parece una falta de respeto configurar personajes ideales frente a una ciudadanía que todavía ignora las cualidades y defectos de los aspirantes, queriendo influir en la votación final. Me parece indispensable que se anote y se aclare que sin sanción de la autoridad competente que se expresen descalificaciones para limitar o anular los derechos ciudadanos de hombres y mujeres con aspiraciones, porque en todo caso son tendenciosas e inválidas.
La competencia será entre candidatos, entre coaliciones y partidos, nunca entre los medios y sus presuntos favoritos. Ir más allá en el terreno especulativo para descalificar una persona es un acto de prepotencia que también puede ser sancionable si alguien se quiere aprovechar del asunto y sacarle ventajas. No estamos delante de una ciudadanía imberbe y perturbada. La comparecencia de todos los aspirantes debe ser seria y formal. La descalificación al igual que la calificación de excelencia son una decisión que en su momento tomarán los electores. Para eso justamente son las campañas.
La mayoría de edad del electorado tiene mucho que ver con la calidad de las elecciones. Los vicios del pasado como fueron el acarreo, el aborregamiento de la población y la compra de votos han sido claramente la causa por la que en México hemos tenido que sufrir atrasos y retrasos. En este momento, el electorado mexicano ha demostrado estar en condiciones de decidir libremente su destino, aunque a veces se quiera afirmar lo contrario. Este es el primer punto que obliga a los aspirantes a preparar muy bien su oferta de campaña porque de eso depende el resultado en las elecciones del próximo mes de junio.
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