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El chiste, un liberador sexual

Si lo estudió Sigmund Freud es importante y es sexual. El chiste con referencias sexuales tiene una función social muy importante: descargar el inconsciente de su represión para poder hablar de temas tabúes sin culpas, además con un valor agregado: genera risa y buen humor.

Pues sí, los chistes y el doble sentido a nivel del inconsciente tienen una descarga ya sea agresiva o afectiva, quien lo escucha saca su represión a través de la descarga de quien lo cuenta, por ello es tan atrayente.

La sexualidad siempre ha sido un tema controlado socialmente y que ha generado mucha represión sobre su conocimiento.

Del sexo no se habla o se habla poco, además que el abordarlo explícitamente es considerado de mal gusto; por ello, lo invaluable del chiste es que socialmente es permitido, es una agresión solapada así como permitida en todas las sociedades y culturas. El chiste sexual es una forma de hablar de sexo, de manera explícita aunque encubierta.

Y es que, en honor a la verdad, si en una reunión o en una fiesta la gente se pusiera hablar seriamente de enfermedades de transmisión sexual, de felaciones o de problemas vaginales ciertamente no sería bien visto; es más, en la mayoría de los casos para algunas personas, además de mal gusto resultaría ofensivo; sin embargo, los chistes siempre son bien recibidos aunque hablen directamente de estos temas.

El chiste, descubrió Freud, burla la represión y llega hasta el inconsciente descargando nuestras limitaciones de expresión sobre temas sexuales. Además nos causan gracia porque hay una relación directa con lo que vivimos.

Quizá los chistes de suegras nunca los consideramos tan buenos como cuando nos cae mal la suegra que tenemos. Es una manera de descargar nuestra agresión de forma permitida.

Por otro lado, la risa es socialmente bien valorada y siempre es el premio a un buen chiste; de tal forma, que da apertura a temas tabúes a través del uso de códigos, lo que lo hace ser, de cierta manera, simbólico ya que usa un lenguaje no explícito pero con contenidos directos. A través del chiste sexual decimos cosas que de manera directa no nos atreveríamos, así mientras más encubierto y descargante sea, más risa nos causará.

Otra situación que lo hace atrayente y aceptable es que rompe con una línea de pensamiento lógico, es poco racional y nos da una regresión a la infancia, esa etapa cuando el ser humano puede reírse de lo ilógico sin ser juzgado o criticado. Es un “chance” social.

Definitivamente, es un producto cultural pero la cultura permea las posibilidades de plantearlo, usa lo que conocemos para expresarlo y entenderlo.

Para que un chiste sexual sea bueno debe tener algo básico: no ser totalmente claro. Si lo es, pierde su esencia, así los símbolos que usa están inmersos en un contexto cultural que ayudan a la mente a liberarse, en un chiste se condensan con palabras los elementos simbólicos a los que aluden; son como los sueños y los apodos: al desmenuzar el código nos reímos de lo que significa, de lo que simboliza, si hiciera una alusión directa resultaría grotesco, prácticamente obsceno.





 

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