Pedro Cervantes Roque | 26/11/2020 | 16:09
Mientras los partidos -aliados o no- resuelven el asunto de sus candidaturas a gobernador, es conveniente que nos pongamos a pensar sobre el tipo de personalidad y la capacidad que debe tener el siguiente mandatario potosino porque de ello depende el futuro de esta y las futuras generaciones. Un error, cualquiera que sea, lo habremos de lamentar mucho tiempo y según la sabiduría popular, el tiempo es oro.
Ya he escrito con anterioridad que la personalidad belicosa de dos de los presuntos a encabezar una alianza, uno, y a contender al amparo de su partido -literalmente hablando- el otro, lo único que nos augura es un pleito sexenal de consecuencias lastimosas.
Quizá no tengamos el nombre del mejor aspirante a la mano, pero sí podemos pensar en lo que debiera hacer el próximo gobernador para sacar a la entidad del atraso y la pobreza en que se encuentra, así como para equilibrar el desarrollo en las cuatro o cinco regiones en las que se ha segmentado nuestro territorio para fines de control y evaluación. Las presiones políticas, por supuesto, no serán pocas dentro de tres años, cuando otra vez los partidos políticos nacionales se enfrenten para alcanzar la presidencia de la república y ganar cuando menos 300 diputados federales de mayoría. Pensemos en un personaje que tenga la capacidad y la seriedad para no dejar de cuidar los intereses del estado si es que decide involucrarse con alguno de los aspirantes presidenciales.
Podemos pensar en el origen político del gobernador y su buen desempeño político para no errar a la hora de las alianzas con los candidatos dentro de tres años. Entre tanto, el próximo gobernador deberá lidiar con un presidente de estilo muy peculiar, que da lugar a todo tipo de comentarios a favor y en contra y que tiene al país inquieto, violento y sin avance demostrables. La cuesta arriba de los próximos tres años se ve más empinada por una pandemia cuyo final no está próximo por las razones que todos conocemos.
El próximo gobernador debe resolver, casi de inmediato, el problema del presupuesto anual para ejercerlo a partir de 2022 porque el 2021 no lo ejercerá sino en mínima parte del año de su llegada.
Pero los electores debemos estar preparados para conocer sus intenciones, para medir sus capacidades y para exigirle respeto por las aspiraciones de los potosinos, incluidos quienes viven en el extranjero y que anualmente envían remesas por más de mil millones de dólares que anualmente se nos convierten en agua gracias a los acaparadores de la moneda americana que no dejan de zopilotear a las familias que la reciben mensualmente.
Urge recanalizar el campo potosino. Urge recanalizar la ganadería menor y mayor porque no producimos lo que nos comemos. Revise usted los empaques de los productos que cotidianamente usamos en nuestros hogares y verá como todo viene de otras entidades menos de San Luis. Si seguimos del mismo modo, seguiremos siendo una entidad con más de la mitad de su población en situación de pobreza.
Urge reordenar y ampliar la educación superior. Necesitamos abrir las oportunidades de estudio para todos porque es una garantía constitucional. Cancelen los exámenes de admisión porque si los jóvenes no son capaces de pasarlos ahora es por un error del sistema actual. ¿Para qué los dejaron salir de las escuelas preparatorias si no tenían ni siquiera conocimientos para pasar un examen en las escuelas profesionales de su elección?
Urge terminar con la lucrativa actividad de las “organizaciones fantasmas” que dicen representar a segmentos de población solo para alcanzar beneficios para sus dirigentes y hacernos creer que son “líderes sociales” y lo más que juntan son siete personas con promesas increíbles. El borreguismo se acabó pues.
Y no le sigo con la lista de pendientes porque entonces los aspirantes darían media vuelta y se regresan a la comodidad de sus casas porque San Luis ya no es el que fue y no quiere volver a ser víctima de los fraudes que tanto lamentamos. ¿Podría ser?
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