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¿Sabías que la mano de Álvaro Obregón estuvo exhibida hasta descomponerse?

Cultura Colectiva | Abril Palomino | 17/11/2020 | 17:10

Álvaro Obregón el “manco de Celaya”, un héroe de la Revolución Mexicana que se convirtió en un presidente temido y admirado por su crueldad, perdió el brazo a la altura del codo durante una batalla el 3 de junio de 1915. A partir de ese momento la mano fue conservada en formol y vivió más aventuras de las que cualquiera se hubiera podido imaginar.

Álvaro Obregón perdió su mano en una batalla en la Hacienda de Santa Ana del Conde, Guanajuato el 3 de junio de 1915, una granada lo alcanzó y tuvieron que amputarle la mitad del brazo, a partir de ese momento recibió el célebre apodo de el “manco de Celaya”. Enrique Osornio, el médico que realizó este procedimiento, optó por depositar la mano en un frasco en formol y se la entregó a Obregón, quien eventualmente la encargó al general Francisco Serrano, según el doctor Felipe Ávila, director general adjunto del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), Serrano perdió este frasco en una borrachera. 

Por razones desconocidas, el mismo Enrique Osornio dio con la mano en un burdel de la avenida Insurgentes, el médico, incrédulo ante tal salvaje coincidencia recuperó la extremidad y la regresó al secretario particular de Obregón, Aarón Sáenz. Este último personaje en 1935 logró convencer a Lázaro Cárdenas, en ese momento presidente de México, de construir un monumento en honor a Obregón en donde fuera asesinado por un fanático religioso en 1928, en el parque de La Bombilla en San Ángel, al sur de la ciudad.

 

Durante los últimos 54 años, la extremidad estuvo en exhibición en un frasco con formol en un gran monumento de mármol rosa y negro, rodeado de inscripciones que describían al general como un "genio militar" y un "paladín de las instituciones" que prevalecen en el México de hoy.

Mientras que el resto del cuerpo fue enterrado en su estado natal de Sonora, luego de que Obregón fuera asesinado el 17 de julio de 1928, poco después de ser elegido para un segundo mandato.

Durante 53 años la gente acudía al monumento, más que a honrar la figura de Obregón, a ver con morbo una mano blanca e hinchada, cerrada en puño, un espectáculo desagradable, por lo cual, después de algunas discretas disputas familiares de los descendientes de Obregón, el 26 de noviembre el brazo fue incinerado. Las cenizas fueron llevadas a la tumba de Obregón en la pequeña ciudad desértica del noroeste de Huatabampo, probablemente el único lugar en México donde las estatuas del general lo retratan con el brazo derecho intacto.