No es bueno despreciar lo que parece despreciable. Porque lo valioso, puede tener una apariencia distinta a lo que parece.
Hay cosas que parecen sencillas; y por lo mismo, no les damos su debida importancia.
Pero lo más sencillo, puede llegar a ser lo más significativo.
Por eso, hay que saber descubrir el sentido de las cosas. Para aprender a valorar lo que tenemos.
El Evangelio, nos enseña que lo más pequeño, es lo que llega a ser más grandioso.
El Señor nos hace saber, que muchas veces rechazamos lo que es muy importante, y ni nos damos por enterados. Y todo, por una injusta apreciación de las cosas.
Hoy nos dice Mateo: “ Entonces Jesús les dijo: “No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable”.(Mt.21).
No es bueno rechazar, lo que no se conoce bien. Porque podríamos equivocarnos, y así, privarnos de lo que es fundamental para la vida.
No hay que prejuzgar, ni valorar antes de tiempo; porque sin darnos cuenta, podemos dar la espalda a lo más importante.
Hay que recordar, que los criterios de Dios, son distintos a los pensamientos a los pensamientos del hombre.
Y lo que para el hombre es insignificante, para Dios es sumamente significativo.
Pbro. Lic. Salvador González Vásquez.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Y Jesús les dice:
«No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».