Jassia Charles | 19/06/2010 |
La impresionante arquitectura que embellece el edificio que alberga las oficinas de Rectoría de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, da cuenta de importantes sucesos de la historia de nuestra ciudad.
Propios y extraños dejan a sus ojos deleitarse con los exquisitos detalles que expone en sus acabados el recinto, cuya conservación es motivo de orgullo para los potosinos.
Este tradicional edificio fue asiento del primitivo pueblo del Tangamanga, lugar que eligió Fray Diego de la Magdalena para adoctrinar a los cuachichiles. Luego, con la ayuda del capitán Miguel Caldera y el permiso del Virrey Don Luis de Velasco se instalaron ahí los tlaxcaltecas en 1591.
Posteriormente, los moradores se trasladaron al Barrio de Tlaxcala una vez que se concretó la fundación del pueblo de San Luis Minas del Potosí el tres de noviembre de 1592, bajo el mando de Don Juan de Oñate, primer alcalde mayor.
Gracias al legado de Don Juan de Zavala, este edificio albergó su primera experiencia educativa, cuando se fundó aquí un colegio el 29 de diciembre de 1623. Su fundador y rector fue el reverendo padre Luis de Molina.
Años más tarde, el colegio fue clausurado en 1767 y cedido el edificio a la ciudad en 1792. Luego, en 1796 se abrieron nuevamente escuelas en el recinto, mismas que cerraron provisionalmente por el año de 1810 y de manera definitiva en 1822.
Una nueva oportunidad para impartir educación en este edificio se dio el dos de junio de 1826 cuando don Ildefonso Díaz de León abrió el Colegio Guadalupano Josefino, cuyo primer rector fue el doctor Don Manuel María del Gorriño.
En 1859, el proyecto fue transformado en el Instituto Científico y Literario y finalmente la fecha memorable llegó el 10 de enero de 1923, cuando abrió sus puertas como Universidad Autónoma de San Luis Potosí.