Con una pandemia como marco insoslayable por el dolor de perder a más de 60 mil personas y padecer una enfermedad que aleja a los individuos y los confina, el proceso electoral federal 2021 ha iniciado esta semana entre sorpresas y malas predicciones sobre lo ocurrirá luego de su realización.
En ese mismo marco se aloja también la fractura de la Conferencia Nacional de Gobernadores decidida aquí, tras un encuentro con el presidente López Obrador y su gabinete con resultados como el que ahora se traduce como el fracaso del gobierno federal por su desdén hacia los mandatarios.
No se pueden aventurar una tendencia definitiva del voto ciudadano dentro de algunos meses. Si las encuestas colocan la popularidad del presidente por encima del 50 por ciento, proporción favorable para sus aspiraciones, los mismos estudios de la opinión pública nacional colocan a su partido, Morena, con apenas un 20 por ciento de la intención del voto. Si esas cantidades llegaran a reiterarse en las elecciones, el panorama de México se modificará sin que por ahora se sepa la orientación de esas modificaciones.
Si en condiciones normales una predicción electoral es muy difícil de ajustarse a los resultados reales, en este momento nuestro país se adentra en un proceso rodeado de conflictos de toda naturaleza. La crisis económica que enfrenta México no es de corto aliento. Los estudiosos de la economía temen que la caída del producto interno bruto sea de muy difícil recuperación porque no se han tomado las medidas pertinentes para atenuar los efectos que hoy comienzan a asomarse.
Simultáneamente, el reclamo airado de los 10 gobernadores que forman la Alianza Federalista, más los hechos ocurridos en Camargo y Delicias en Chihuahua, plantean un grado mayor de excitación en el ámbito de la política por la distribución compartida de las culpas. Para colmo, el presidente de la república solamente atina analizar causas y efectos de ese problema, pero no expone cuál será la forma en que lo va a resolver ni cuándo. Lanzar culpas sobre quienes pudieron alentar la acción de cinco mil campesinos de la zona, no es relevante mientras el gobierno federal no anuncie cuál y cómo será su intervención para resolverlo.
Asunto no menos relevante ocurrido en la semana que termina es el relacionado con la decisión del Instituto Nacional Electoral para negar el registro a más de cien solicitantes, entre ellos el partido México Libre que encabeza la señora Margarita Zavala Martín del Campo, esposa del expresidente Felipe Calderón Hinojosa. Un segmento de los observadores del quehacer electoral supone que la decisión fue inducida desde el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en una especie de venganza política. Sin embargo, existe otro segmento que está e acuerdo con la decisión del INE porque en este momento no hay recursos para sostener más partidos de los ya existentes.
Unos y otros alegan el tenor de conceptos distintos de la democracia. Unos dicen que entre más participantes haya, más democracia se hará presente en las elecciones del año próximo. Sin embargo, en el lado contrario se alega la necesidad de mejorar la calidad de la democracia y no tomar en cuenta el número de participantes en el proceso electoral.
Pese a su buena percepción entre la ciudadanía, la ausencia del presidente en las boletas electorales influirá para que su partido baje en los resultados electorales de manera importante. En esas condiciones, se espera un conflicto postelectoral si los números resultantes no favorecen al partido gobernante. Para entonces, las decisiones corresponderán a los tribunales electorales y tal vez hasta se busque la repetición del proceso como única salida al conflicto que ya se intuye.
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