Miguel Ángel Sosa | 04/07/2020 | 15:31
Twitter: @Mik3_Sosa
Ya rebasamos dos años desde aquel primero de julio en que Andrés Manuel López Obrador llegó al poder por decisión ciudadana. En el balance de las cosas, la polarización social aparece como el mayor aporte de la actual administración.
Parece poco, pero la cuatroté ya ha consumido una tercera parte del sexenio. Y también, de paso, se ha mermado el inmenso poder y aprobación con los que el primer mandatario asumió el cargo.
Su voz, es la de un hombre seguro de sus ideas. Es el eco convencido de que lo que hace está bien hecho, solo por ser él quien lo lleva a cabo. El presidente está enamorado de su voz y de cómo esta rebota en las paredes y regresa a él para susurrarle lo que quiere escuchar.
En el informe a la nación, con motivo del segundo aniversario de su proyecto en el poder, el Ejecutivo no le habló a todo México, sus palabras fueron solo para los oídos fieles. El listado de apoyos enmarca el mensaje central: “Agradezcan todo lo que he hecho por ustedes”.
Hubo, sin embargo, otro México que no entendió al presidente de su país. Que al escuchar peroratas que culpan a otros por la corrupción y la violencia, se preguntan si en algún momento el tabasqueño dejará de dividir y sembrar rencor entre la gente.
Al presidente le gusta cómo vuelan sus palabras, como las benditas redes sociales llevan la homilía diaria a los hogares. Al ser un templetero nato, López Obrador disfruta de su papel en la tarima, del compás que marcan sus manos y gestos.
En Palacio Nacional quieren solo cámaras apuntando al frente y transmitiendo una voz. Esa voz que con los años, su dueño ha educado y modulado para reducir los márgenes de error. Esa voz que remata con dichos populares los alevosos señalamientos que surgen desde el poder.
Y en este concierto unipersonal no hay espacio para hablar del gobierno federal, ni del Estado mexicano. Hay un solo micrófono, para un solo hombre que tiene para sí todas las glorias pero que, paradójicamente, lleva consigo también todos los negativos acumulados.
El listado de logros cantados por López Obrador se difumina ante una realidad que está alcanzando a los dueños de Palacio. Por más becas que se entreguen a voluntades agradecidas por los regalos económicos, hay cada vez hay más mexicanos preocupados. Viene el 2021 y es posible que los dados vengan cargados de decepción.