Jueves 25 de Abril de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

¿Cuánta corrupción es tolerable?

Pedro Cervantes Roque | 18/06/2020 | 20:08

No hay pillo sangrón, aseguraba un viejo periodista que reconocía las habilidades de alguien que se aprovecha de las ingenuidades del que tiene enfrente. El pillo despierta confianza y la aprovecha. Sin duda. Pero, ¿se ha puesto usted a pensar qué pasa con el ingenuo que no previó la pillada cuando otro descubre que el primero lo tranzó?

Cuando se trata de dinero público, pagado por los contribuyentes para dotar de servicios a la comunidad, el ingenuo se niega a reconocer que fue parte de una irregularidad sin saberlo. Ese, es el caso extremo de la corrupción porque cuando el presunto ingenuo no solamente se da cuenta sino que es parte de una maquinación para apropiarse de lo ajeno, su posición ante la ley debe ser otra. El castigo debe ser mayor y la reacción de la autoridad debe ser terrible.

Pero, ¿cómo saberlo?

Los vericuetos para descubrir la corrupción son cada vez más complicados. Pero, para la yerba la contrayerba. Sabemos que las pillerías en la administración pública de los recursos es tan vieja como el sistema mexicano. Imposible encontrar el acta de nacimiento de la corrupción porque creo que es una costra vieja que si se rasca vuelve a aparecer.

He dado estos rodeos porque se percibe que los anti corruptos son más corruptos, igual que el pillo, se las saben todas. Nadie los supera en eso y saben buscar debajo de las piedras para encontrar lo que quieren. Quien acusa a otro de causar daño al erario y no explica las razones o motivos que lo llevan a cuidar lo que es de todos, se coloca de inmediato en el escalón superior de la corrupción: es un mercenario o disfraza la extorsión por guardar silencio.

No sabe uno quien es peor, si quien presiona por obtener un beneficio o quien aprovecha los vericuetos para engrosar sus cuentas. De cualquier manera, creo que nos acercamos al momento en el que la administración pública debe poner sus controles en sistemas que impidan las prácticas que hoy se denuncian por todos los rincones, que producen escándalos y acusaciones frecuentes.

Darse un baño de agua pura no es suficiente para santificar la cuenta pública federal, estatal o municipal. Uno de los objetivos federales es eliminar la corrupción pero camina por las mismas vías de las administraciones del pasado al conservar la práctica de las “asignaciones directas” para beneficiar a un proveedor sin competencia.

En San Luis, una dependencia federal coloca sus yerros bajo la enorme lupa de disgustados ciudadanos y periodistas, pero el tufo que despiden sus acciones despierta la malicia de quienes ya saben que “donde lloran está el muerto”.

La honorabilidad gubernamental está en juego cuando estos temas son llevados a la escena pública por organismos que son, en sí mismos, carentes de honor. Escudarse atrás de membretes cuya membresía no rebasa la decena, despierta la inmediata duda que se expresa en una interrogación: ¿Sin miembros suficientes para investigar, cómo hacen para descubrir el dolo y la pillería para darle firmeza a sus afirmaciones? Creo que ya sé cómo.

pedrocervantesroque@yahoo.com.mx