Miguel Ángel Guerrero | 08/06/2020 | 17:09
La violencia desatada que se derivan de las marchas y plantones para protestar por hechos específicos como la del pasado viernes que devino en que una turba enardecida de pandilleros ocasionara severos daños a edificios públicos como el congreso del estado y la fiscalía general del estado hicieron recordar a muchos las voces que han clamado por su regulación por los perjuicios que causan a terceros, generalmente ajenos a sus movimientos.
No son nuevos los intentos de regular tales manifestaciones pues se vieron algunos allá por 1913 y el siguiente año, cuando las marchas de vehículos extranjeros prácticamente paralizaban a la ciudad y ya tenían hasta la coronilla a los potosinos.
Por aquellos años, el entonces legislador local Alejandro “Boris” Lozano presentó una iniciativa para proceder a su regulación que en nada atentaba al derecho de manifestación de libre tránsito y de expresión pues proponía, por principio de cuentas, que se solicitara permiso para realizarlas, se notificara la ruta que seguiría y tuvieran lugar en el horario comprendido entre las 9 de la mañana y las 15 horas además de que se comprometían a no bloquear calles y avenidas y se establecía el compromiso de que atenderían la prohibición de no causar daños a los bienes públicos o particulares de lo que estaría al pendiente la fuerza pública que tampoco permitiría actos de violencia contra personas y propiedades particulares. Por último se advertía que quienes organizaran alguna marcha o plantón sin haber solicitado el permiso correspondiente se harían merecedores de una fuerte sanción económica.
Sobre el mismo tema por esas fechas también en el estado de Puebla se planteó una iniciativa en términos similares aunque aquella facultaba a la fuerza policiaca a disolver cualquier marcha que bloqueara vialidades y detuviera y quien grafiteara edificios así como al que gritara insultos contra las autoridades.
Lamentablemente, la iniciativa potosina no pasó más allá de la congeladora legislativa, lo mismo que la poblana.
No obstante, los violentos hechos del viernes pasado obligan a tomar medidas encaminadas a prever que no vuelvan a registrarse y menos ahora que se avecinan tiempos electorales en los que algunos actores no se tientan el corazón para acudir a la guerra sucia de este tipo con tal alcanzar sus fines lo que, como aquella ocasión, podría frenar toda intención de regular las marchas y manifestaciones públicas aunque se duda que nuestros diputados se fajen los pantalones como deberían en estas circunstancias.
CABOS SUELTOS
Se siguen rompiendo récords de contagios diarios del coronavirus y la gente sigue en la calle como si anduviera de vacaciones sin ningún peligro sin tener en cuenta que pueden ser carne de estadísticas fúnebres y todo por un “valemadrismo” inconcebible, Dios los agarre confesados.