Nos encontramos en el umbral de los días más difíciles de la pandemia en Mexico y la temperatura más alta se refleja en las redes sociales, como lo ha sido en los últimos tiempos. Ciudadanos que tienen el común denominador del aislamiento pero también del miedo y la ignorancia, sobre la naturaleza del problema que encuentra entre otras cosas, noticias falsas, rumores, que al igual que la epidemia, se reproducen de manera exponencial, y si le sumamos opiniones políticas, la patología informativa se vuelve mucho peor que el propio COVID19.
La sociedad civil será quien decida que pasará en términos a superar una crisis que nos podría enfrentar a la pérdida de personas que amamos y eso es real. Ya sin especular si es por conspiraciones internacionales. Porque si lo es o no, es mejor no tomar los riesgos.
Una parte que no podemos dejar de ponderar es la que refiere a los mexicanos que por condiciones económicas estamos obligados a buscar nuestro sustento diario a pesar del riesgo y es ahí donde parte sin duda la circunstancia de nuestra más dura prueba sobre el resultado de esta pandemia. La economía sigue una espiral descendente que no podría salvarse solamente con programas emergentes de recursos públicos para pequeños negocios, ni la postergación del pago de adeudos bancarios, pues al tiempo que puede durar en primer lugar la parálisis y por otro lado la lenta y gradual recuperación de la economía, sería esta una de las circunstancias más complicadas e insuficientes al quedarnos a esperar a que todo se dé cómo por arte de magia.
Cuando nos podamos abrazar otra vez, posiblemente una de las cosas que más extrañaremos será nuestro pobre poder adquisitivo que será más pauperrimo aún. Tendremos que enfrentar situaciones de encarecimiento de la canasta básica, resultado de la escasez y la especulación derivado del acaparamiento. Tendremos una sensación generalizada de tristeza al panorama de negocios que no sobrevivieron y en empleos que no se recuperaron y en otra circunstancia también en un aumento en el número de delitos donde se puede presentar la rapiña y el saqueo. Todo esto dependerá sin duda del tiempo que la parálisis por el riesgo de contagio dure, que por el bien de todos ojalá sea poco.
Poco a Poco, San Luis Potosí avanza en las mejores condiciones posibles en medio de la amenaza que significa la llegada del coronavirus chino, en este caso importado por personas que viajaron a Europa en medio de la contingencia que se desató allá, especialmente en Italia y en España. Aún estamos en buenas condiciones a una semana de que entremos a la fase crítica que se espera por el miércoles 1º. de abril, más o menos, derivado de que el Gobernador del Estado, Juan Manuel Carreras López, decidió tomar las medidas sanitarias emergentes antes de que todo esto se volviera un caos y, al parecer, son el factor fundamental para que haya estabilidad, con relativamente pocos contagios y con unos Servicios de Salud fuertes y en pie de guerra.
Conforme pasan los días, el cerco sanitario se cierra, se afinan todos los detalles, prueba de ello es que se trabaja muy a fondo en el transporte público concesionado, que suele ser uno de los talones de Aquiles mortales por la gran cantidad de usuarios que conviven ahí. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) estatal, a cargo de Fernando Chávez Méndez impidió el acortamiento de los horarios de las rutas para proteger a los trabajadores de segundo turno y entregó cloro y gel antibacterial para mantener sanitizado cada camión o carro y se cerciora de que los operadores cumplan con el aseo personal. En el mismo caso las dependencias estatales como el IMES que atiende a mujeres maltratadas, que aunque disminuyó su personal tiene todos los elementos al alcance para evitar contagios.
De tal suerte que conforme se van acercando los días más difíciles, en muchos hogares de escasos recursos la pesadilla se convierte también en hambre. Desde estos renglones amigo lector, quiero hacer un abierto y sincero reconocimiento a los trabajadores de la salud en todos los rincones del país y de nuestro estado, donde en muchos casos están prácticamente trabajando con las uñas ante lo limitados que son nuestros recursos médicos ante una pandemia que ha rebasado a los países más poderosos del planeta.
Los hombres de blanco, incondicionales, aquellos que están más allá de la burocracia y que a nivel global se están convirtiendo en los verdaderos héroes y que hasta que llegan estos momentos, nos arrepentimos del tiempo que los hemos tenido en el olvido. Me pongo de pie y les aplaudo.
Pero también les exijo humanidad en su trato con los pacientes que llegan llenos de pánico y en muchos casos desesperanza. Ha dejar de pensar tanto en sindicalismos y burocracia para entender y ponerse un poco en los zapatos de los enfermos y sus familias.
Recuerden que entre sus filas hay muchos jóvenes estudiantes, internistas, que aún no son médicos y no tienen toda la experiencia, a que los cuiden. Que no sean carne de cañón en la contingencia, para que no se conviertan en pacientes por negligencia.
Desde donde sea el que esto escribe le deseo que vuelva abrazar fuertemente a los suyos. A todos los que no ha podido ver y besar. Esta en nuestras manos.
#QuedateEnCasa.
HASTA LA PRÓXIMA.
