Estos días previos al 8 de marzo, se agudizó el tema de la violencia en contra de la mujer, en cualquiera de sus diferentes formas. Como nunca se está visualizando el tema de acreción en contra de ellas y, en medio de todo ello, se generan posturas polémicas que, de alguna u otra manera, ayudan a concientizar a las personas de lo que está sucediendo.
Cuando la mujer piensa que el lugar más seguro es su hogar, muchas veces se equivoca, pues es ahí en donde, en lo secreto de la intimidad, se sufre, igualmente cuando se tienen la necesidad de trabajar, muchas de ellas, aguantan en silencio, el abuso, acoso, la relación de subordinación que va matando la autoestima y la conciencia del valor de la persona.
La rebelión ya está presente y es bienvenida. No más de cualquier situación que lastime a las mujeres, no más aguantar lo que en silencio se aguanta. Estamos frente un cambio de modelo en el trato para ellas.
¿Pero? ¿Se entenderá desde el ámbito Federal, la gravedad de los hecho, que ha impulsado a las mujeres a manifestarse? Aún más ¿se sabrá que el sufrimiento de ellas, no tiene color, religión, creencia, o, filias y fobias de pensamiento? El sufrimiento es de ellas por ahora y, si bien muchos hombres han muerto, no hay comparación con las violentas vidas impuestas por agresores, en contra de mujeres.
No podría haber manifestaciones pacíficas, igualmente no podrían ser civilizadas, mucho menos sin la rabia que despierta la brutalidad con que son tratadas muchas de las mujeres y, en la corresponsabilidad olvidada de todos para tener el producto de una sociedad, que en la irresponsabilidad de nuestros descuidos, entre muchos otros, el género masculino que, sin generalizar, pero si en un gran número, jamás han buscado el comportamiento adecuado con las mujeres.
¿Donde o, qué lugar ocupará en la agenda pública el feminicidio o, carecerá de importancia? No ha sido sino hasta que el esfuerzo y el hartazgo de grupos feministas, han hecho visible el tema tan doloroso, tan indignante, de ser mancilladas, insultadas, acosadas, violadas, hasta la última expresión de esta atrocidad, ser asesinadas, solo por ser mujeres, sufriendo la brutalidad de muchos hombres.
Nos asombramos de lo violento que se han tornado las demostraciones de inconformidad por ellas, las mujeres pero, qué pasa con las calamidades que sufren y, lo han hecho por muchos años en silencio, en la espera de la respuesta de una sociedad que se ha portado indiferente o, cuando menos así, se ha mostrado.
Igualmente el monopolio de la aplicación de la ley por parte de nuestras autoridades, ha sido indolente, pues a partir de algunos vice-fiscales, que han insistido a las víctimas, en la no denuncia a quienes han sido lastimadas, provocan el abandono de ellas.
8 de marzo, domingo debe ser un parte aguas. Las mujeres demostraron su poder, de ello estoy seguro, crecerá, a pesar de muchos, la presencia de las mujeres en la vida pública, influyendo en los sociales pero, igualmente, en lo económico. El día 9, seguro será, uno inolvidable.
¿Que sigue? Con estos eventos no debe haber paso en sentido contrario, los machistas lo aprovecharían y la venganza estaría por todos lados, sin que las víctimas fueran escuchadas. Las acciones y sinergias, tienen que seguir creciendo en forma muy ordenada para que tenga consistencia, avanzando en el reclamo de los derechos con plenitud de ellas.
Las conquistas de ciencia y tecnología han servido para mucho, pero también para lastimar en cualquiera de las formas de violencia hacia las mujeres, terminando en el feminicidio, como máxima expresión del odio a la mujer.
La violencia es odiosa y habría que visibilizar también la que sufren niños, niñas, adolescentes pero igualmente, las mujeres y los hombres en situación de vejez y por ello de vulnerabilidad.
@jaimechalita