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Errores a evitar en tu trabajo para estar en forma

GQ | 04/01/2020 | 16:14

No necesitas ir al gimnasio para estar en forma, la clave está en hacer pequeños cambios a tu rutina diaria.

 

Ya no hay pretextos, un trabajo sedentario no va a impedir que te pongas en forma. El primer paso para hacer ejercicio, es ¡tener ganas de hacer ejercicio! ¿Recuerdas la película “Naufrago” con Tom Hanks? El tipo se ponía en forma en una isla desierta, ¿no es más fácil que tú te des un tiempo en la oficina para hacerlo? Aquí te decimos cómo te ayudaría todo eso que detestas hacer y como te perjudican ciertas costumbres.

 

1.- Usar siempre el elevador

¿El elevador se descompuso? No importa, mejor para tu salud (claro, siempre y cuando no sean 40 pisos). De hecho, deberías optar siempre por subir y bajar escaleras. Diversos estudios médicos sustentan este consejo: subir de 3 a 5 pisos durante 5 días (justo los días laborales de cada semana), hace que quemes más de 300 calorías. Eso sí, aunque acabes sediento, no corras al refrigerador por un refresco, complementa esta actividad con agua sin azúcar.

 

2.- Siempre pedir comida con una app

Solicitar comida hasta el cubículo de tu oficina es un gran ejercicio…pero para el dedo con el que presionas el botón de la app en tu teléfono. Sabemos que te encanta que te lleven la comida hasta tu zona de trabajo, pero si te das un tiempo para salir de la oficina en la hora libre de la comida, además de que te darás un respiro mental y desestresante, la pequeña o larga caminata hará que aportes un poco de actividad física a tu día. Se vale pedir comida cuando de plano tienes mucho trabajo por hacer, pero no te acostumbres, el sedentarismo extremo (más de 8 horas frente a tu computadora) puede acarrear diversas enfermedades y claro, el síndrome oficinista de nuestros tiempos: obesidad.

 

3.- Tomar un taxi o Uber (y nunca caminar)

Sabemos que odias el transporte público y que desde el taxi, el Uber o desde tu propio auto, podrás ir enviando mensajes, dándole “likes” a las fotos de nueva practicante de la oficina o simplemente, irás más relajado. Pues bien, si quieres estar en forma, deberías sustituir este hábito por otro más sano: caminar de vez en cuando. Sí, “caminar”, nos referimos a ese acto de avanzar con los pies y no sobre un vehículo. Si te queda lejos el trabajo, bájate unas cuadras antes de llegar y camina un poco. En su defecto puedes usar una bicicleta, además de que contribuirás a la causa ecológica citadina, le aportarás argumentos a tu cuerpo para que no se atrofie (solo ten cuidado, porque un microbusero sí puede atrofiarte de por vida si no manejas con la extrema precaución que requiere andar en bicleta en la ciudad)

 

4.- Comprar todo en la tienda de la esquina

Lo más fácil es tener a la mano un pastelito, galletas o refrescos (y papas fritas, ¿por qué no?). Es común que en las clásicas cadenas de tiendas que se instalan en las esquinas (tú sabes cuáles son) no haya absolutamente saludable, ni le busques. Lo ideal (que además hará que gastes menos) es comprar adonde puedas, fruta o verduras picadas (con mucho chile y limón) o prepararte tu mismo diariamente un tazón de ese tipo de alimentos (sí, sabemos que levar un tupper con fruta te convertirá en automático en un godinez, pero un godinez delgado y en forma es más como un yuppie).

 

5.- No moverte

La clave: moverse. Sabemos que estás absorto en tus entregas o haciendo cuentas en Excel. Tanto, que tus músculos permanecen rígidos todo el día (a eso súmale la tensión con el nuevo jefe). Si de repente mueves el cuello a los lados, estiras las piernas y te paras a caminar un rato por los pasillos, le aportarás movilidad a tu cuerpo y aunque parezca poca cosa hacer esas pequeñas rutinas de movimientos casuales diarios, a la larga, todo se reflejará en kilos menos y en mejor salud en general.

 

6.- No tener actitud

La actitud lo es todo: si ya te resignaste a que tus niveles de colesterol estén siempre al límite, que la ropa nunca se te vea como en los maniquíes de los aparadores y en resumen, a no estar en forma, comenzamos (y terminaremos) mal. Debes aceptar esta realidad: no tienes tiempo para hacer ejercicio (ni un gimnasio cerca), entonces, adaptarte a tus circunstancias y buscar la manera de estar en forma con tus propios recursos y lo que esté a tu alcance. No descartes ejercicios como los movimientos hipopresivos, que puedes hacer con esa silla giratoria, tu espalda recta y los pies apoyados en el piso (te pueden poner el abdomen bien firme sin que des cuenta, y sin convertirte en uno de esos trogloditas de gym que gastan su quincena en complementos alimenticios y revistas de fisiculturistas). Inscríbete en cuanta actividad física te anuncien desde recursos humanos, desde un maratón, hasta la limpieza ecológica voluntaria del bosque detrás de la oficina.