TODOS LOS FINES DE AÑO permiten el recuento de los hechos buenos, los regulares y los malos. El balance, sin embargo, es una forma de enfocar nuestro parecer sobre hechos que no siempre son causa de males y que nada es verdad ni es mentira, todo es según el cristal con que se mira, diría el clásico.
ESTO VIENE A CUENTO PORQUE frecuentemente nos topamos con ofertas que no lo son, con promesas que no se cumplen, con justicia que no lo es, con compromisos que se postergan o con sorpresas que da la vida sin adelanto alguno. No bajó la gasolina, pero anuncian en el gobierno federal que no tarda en aumentar. La electricidad va para arriba y buena parte del aumento al salario, que nadie esperaba, será anulado de golpe y sin explicación de por medio porque todo el que comercia no quiere perder y transfiere el golpe al consumidor final, es decir, a todos.
NOS DEJAMOS ENGAÑAR conscientemente. ¿Quién en México no sabe que los precios suben y jamás bajan? Aquí no se inventó la ley de la oferta y la demanda. O, más precisamente, aquí se le desmiente todos los días y a cualquier hora. No estamos conscientes de la obligación de bajar los precios cuando hay sobreoferta de productos. Tampoco de operar al revés, subiéndolos, cuando la oferta es mínima. Por eso mismo no hay equilibrio que se alcance.
ES POSIBLE QUE LOS economistas más picudos del planeta preparen a los más preparados en la materia que alcanzan becas en las mejores universidades del vecino país del norte. Sin embargo, todavía no nace el mexicano ilustre que logre controlar nuestros mercados, evite todas las trampas que realizan quienes influyen en los mercados mexicanos, y logre poner a cada quien en su sitio para que todos andemos parejos, como en la danza.
LA CUESTIÓN ES QUE LA PRÁCTICA comercial y a veces la producción de bienes de consumo en México no se apega a las reglas que imperan en otros países. Hablo de la calidad, de la garantía de los servicios, y, claro, del respeto a lo establecido en las normas vigentes. Es común encontrarse con términos terminantes como éste: lo toma o lo deja. Y no hay poder humano que modifique nuestro sistema de tratos comerciales, del tamaño que estos sean.
TODO LO CUAL QUIERE DECIR QUE tal vez vivamos en un mundo fantástico en el cual nadie puede quejarse porque se engaña, se falsea, se incumple, en círculos perfectos e infinitos. Es y será imposible ponerle reversa al proceso mientras aquí no haya quien ponga orden y restablezca la situación al menos de manera endeble, aunque sea un instante. Mucho de lo fantástico en economía nos viene por creencias arraigadas sobre hechos imaginarios. Pero en otros casos la realidad es incontrovertible.
POR EJEMPLO. SI AUMENTAN EN un porcentaje equis el precio de la gasolina a partir de enero, como se anuncia, la cascada de precios será incontenible. Todos usamos gasolina por vía directa o indirecta. Y cuanto se consume en los mercados nacionales es transportado en vehículos cuyo costo de operación se encarece con el aumento al combustible. Y si los patrones estarán obligados a aumentar salarios, repercuten el aumento en el precio de sus productos y el comerciante por consecuencia. Nadie se escapa del aumento.
Digo, en síntesis, que las buenas nuevas de este año serán las mañas noticias del año que entra. Acá no entendemos eso de los ajustes económicos y las mil y tantas teorías que se esperan en demostrarnos los expertos en economía. Jodidos otros, dirán los que tienen un cristal distinto al nuestro para ver nuestro desbarajuste anual.
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