Con el rostro visiblemente cansado, pero con una voluntad inquebrantable, no deja de excavar, de buscar, solo quitándose el cubrebocas para sorbos ocasionales de agua en medio de una zona conocida como el “salitral” en el Altiplano de San Luis Potosí. Temperaturas que oscilan por arriba de los 40 grados con el sol al cenit… a todo lo que da.
“No hay de otra, tenemos que aprovechar la luz del día para poder hacer los trabajos, y es bien peligroso, no se crea, aquí nos ha salido de todo, víboras, arañas, y a determinada hora ya empiezan aullar los coyotes”.
Es el último camino, la última esperanza
Así lo refiere don Guillermo, padre de Moisés, a quien desaparecieron en la ciudad de San Luis Potosí en octubre del año 2009. Como él, también otra veintena de voluntarios, provenientes de diferentes ciudades y municipios de San Luis Potosí, que tras años de denuncias, de mantas y carteles pegados en todas las dependencias y áreas públicas, no dejan de buscar aquel que ya no está… aquel o aquella que coinciden les fue arrebatado hace ya varios años, y que esperan ya no una situación de castigo para quienes se los quitaron. En la mayor parte de los casos lo que esperan es un cierre, una certeza, un sepulcro.
Ésta es la búsqueda de restos óseos que realizan personal de la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí (FGESLP), el Colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros A. C, con apoyo de la Comisión Nacional de Búsqueda, Fiscalía General de la República, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Policía Federal, Profepa, Cruz Roja y Protección Civil en el ejido Matanzas y anexos ubicado en el municipio de Moctezuma, ahí en el “salitral”.
Hallazgos tan pequeños como carbonizados
Cuando la temperatura se acerca por arriba a los 30 grados, los hallazgos inician generalmente con una mancha y un fuerte olor a combustible diésel. Es el primer indicio de que puede haber restos humanos en el lugar, la triste señal de que ahí fueron dejados sus restos.
Lejos está de lo que ocurre en series de televisión. Desde las nueve de la mañana hasta que se oculta el sol, lo peritos y voluntarios excavan para sacar un pedazo carbonizado que en ocasiones no mide más de 10 centímetros, y llega a ser aún más pequeño. Un trabajo de decantación y barrido de zonas, que se asemeja más un trabajo que realizan los arqueólogos y los antropólogos.
Las fosas no son propiamente fosas, son excavaciones de escasos 15 centímetros, casi al ras de la tierra, en espacios donde el primer indicio, obliga a expertos (antropólogos y arqueólogos) forenses, a acordonar la zona, establecer la cadena de custodia, y a usar los trajes nytek, de bioseguridad para no contaminar el área y que las evidencias sean recopiladas de manera minuciosa y científica para ser enviada a los laboratorios. En campo se determina si los hallazgos son humanos y a veces muchas, son animales.
“También, sabemos que se corre peligro, ha pasado que regresan los maleantes a tratar de sabotearlo o a robar todo lo que se encuentre. La Policía Federal y el Ejército nos están apoyando para que no nos vengan a dar un susto”.
Luz María Montes Mariano, responsable del área científica de búsqueda de personas de la Fiscalía general del Estado refiere que el área a través del tiempo en el que han estado trabajando en cuando menos seis sitios distintos, Armadillo de los Infante, Rioverde, Huahuetlan, Coxcatlan, El Naranjo, Villa de Zaragoza, Soledad de Graciano Sánchez, Moctezuma y la propia capital, y de lo cual se han podido entregar aproximadamente a sus deudos ocho cadáveres, plenamente identificados, cuando se corre la suerte de encontrar material genético, que pueda resistir una prueba de ADN.
Labor titánica
Por su parte el titular de la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos Pablo Alvarado Silva consideró que éste es un tema importante por lo que se generan las condiciones necesarias para que lograr obtener más datos de prueba que ayuden a resolver estos crímenes.
En la mayoría de los casos, la labor titánica que resulta de este trabajo en campo, refiere al tiempo y al estado en el que se encuentran las pruebas que fueron calcinadas y están completamente fragmentadas.
Al momento que llega la hora de comer, solo una vez durante todo el día, la amabilidad de las familias, su sonrisa que dibuja más bien un rasgo de esperanza, para seguir al día siguiente y al día siguiente otra vez.
Lo que se puede concluir es que el trabajo de los colectivos ciudadanos inyecta una dosis de motivación, que llega hasta los que somos verdaderamente ajenos, que no dejaran de buscar e incluso reforestar… como sembrar flores en el desierto.
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