Cuando engañamos nuetro cuerpo nos delata. Decir la verdad es un acto cerebral simple ya que acceder a nuetra memoria y recordar los hechos son mecanismos que hacemos involuntariamente. Sin embargo mentir necesita más tiempo y mayor conciencia y concentración.
Al construir la mentira, tenemos que ir memorizando nuestra propia historia para no caer en contradicciones y ser capáz de reflejar lo que estamos contando.
Un error en el dominio de estos elementos va a descubrir un gesto involuntario que hará que nos pillen. Intentar reprimir estos gestos no es nada fácil, pareciera hasta imposible.
Existen dos tipos de señales que nos delatan; las que reflejan nuestra incomodidad, nuestro estado de tensión y las que reflejan nuestra emoción oculta, gestos que son incronguentes con la emocion que se manifiestan.
Por ejemplo, podemos descubir si alguien miente analizando cada rasgo particular que no es normal en aquella persona, observando cuidadosamente:
Ojos: Al momento en que mentimos, nuestras pupilas se dilatan, por la excitación y adrenalina que esto produce, al saber si nos van a descubrir o no.
Contacto visual: Suelen desviar la mirada o voltear en ambas direcciones.
Parpadeo excesivo: La mayoria de las personas que mienten parpadean excesivamente, no obstante, hay personas que mienten y su parpadeo no es constante, dilatan mucho en parpadear, ya que su cerebro está totalmente concentrado en lo que va a decir.
Las manos: Están en constante movimiento ya sea frotandoselas, estrujando algún objeto que tengan al alcance o simplemente están inquietas.
Apretar los labios.
Beben más liquidos: Cuando mentimos, nuestra temperatura eleva, haciendonos sudar y por ende nos dan más ganas de tomar liquidos.
Movimientos continuos de piernas.
Sin embargo tenemos que tener en cuenta si la persona con la que estamos tratando tiene tics nerviosos que son naturalmente parte de él o si no tiene una fluides al hablar.
Caer en el engaño es cosa facil, sin embargo, ocultar la verdad no es cosa sencilla.
