autos y motos

Cómo resolver la mala movilidad en la CDMX

La Ciudad de México se ha convertido en una de las más pobladas en el mundo. Y no, no por ello se han creado estrategias para que los pobladores vivamos en óptimas condiciones, aunque la belleza de la diversidad es innegable. Sin embargo, un problema real es lo caótico que se ha vuelto el tránsito en ella: el sistema de transporte colectivo es deficiente y está en pésimas condiciones (además del aumento de precios a los que se vio sometido en la administración del nunca olvidado Mancera, ‘quesque’ según para su mantenimiento), y el uso de autos particulares ha ido en aumento, pero es usado por una sola persona para transportarse.

 

Aunado a ello, seamos sinceros, la poca o nula educación vial nos está carcomiendo. Además de tener un problema grande de desincronización de semáforos en avenidas principales. Que si se pasan las preventivas, que si avientan el carro a los peatones o no respetan el desdichado 1×1… la situación de movilidad está en una situación preocupante.

 

Somos muchos, nos movemos ¿mal?

En el 2010, buscando dar más opciones para la movilidad en el aquel entonces D.F., la Secretaría del Medio Ambiente impulsó el proyecto EcoBici (que estaba cocinándose desde 2007), que cubría algunas de las colonias más céntricas y populares de la ciudad (Cuauhtémoc, Juárez, Roma Norte, Hipódromo Condesa y Condesa). Tal fue su popularidad que las 85 cicloestaciones se convirtieron en 276 en tan solo tres años. Sí, la bicicleta cobró auge y comenzamos a ver más y más personas utilizando el servicio, pero también comprando bicicletas de todos los modelos habidos y por haber.

 

Según datos del INEGI mostrados en el 2017, en aquel entonces había cerca de 340 mil ciclistas activos, pero no, no son muchos, pensando que son más de 2 millones de bicis que hay en la ciudad, según la misma consulta, ya que el resto se utiliza de forma recreativa y no como medio de transporte cotidiano.

 

Soy ciclista, uso casco, no me pongo audífonos en mis trayectos, uso accesorios reflejantes, y aun así un turibús me aventó sobre Paseo de la Reforma hace unos años; ése día comprendí por qué muchas personas le tienen miedo, no a la bicicleta, sino a los conductores y, por lo tanto, no la usan.

 

Los automóviles son el principal medio de transporte en el mundo; en la CDMX hasta el mes de enero de 2019 hay registrados 31 millones 591 mil 714 vehículos particulares, 405 mil 80 camiones de pasajeros y 11 millones 317 mil 20 camiones de carga, según la página oficial del INEGI que consulté para este artículo. Los números son disparados comparando ambos medios de transporte, sin contar las motocicletas o escúter.

 

Somos más de 21 millones de habitantes en la gran urbe, ¿no parece descabellado? Las cuentas no salen, ¿verdad? Esto significa que muchas de las personas tienen más de un vehículo por familia y que, en muchos casos, creen que es de vital importancia su uso, a pesar de que sus recorridos no sean distancias tan largas y para los cuales tienen opciones de transporte público, contando con 12 líneas del metro, seis de metrobús, una de tren ligero, ocho líneas de trolebuses y muchas rutas de camiones y combis, sin contar los taxis particulares y los eléctricos que también pertenecen al gobierno. Que sí, sí tienen un servicio deficiente, y por el que las autoridades de la CDMX deben responder, dar mantenimiento y agilizar, porque esto ya se salió de control.

 

Welcome to the jungle

Este mundo está dividido en dos tipos de conductores: malos y buenos. Y en medio están las circunstancias que no dependieron de sus capacidades. En la redacción me comentaban “hay quienes manejan y quienes conducen; los primeros simplemente activan la máquina, aprietan botones y jalan palancas; los conductores son quienes llevan a cabo la acción a partir del conocimiento de reglas, de conductas y con responsabilidad. No me refiero solamente a los de autos: ciclistas en sentido contrario, motociclistas pasándose altos, automovilistas “aventando lámina” a quien se le atraviesa, transportistas metiéndose a carriles sin direccionales, y hasta peatones que corren atravesando vías rápidas para no usar el puente peatonal.

 

Somos el cáncer, sí, nosotros. No hemos sido capaces de convivir en un espacio que es de todos. Esto se cura con educación, aunque se escuche hippie. Olvidémonos un segundo del término ‘privilegio’, que representa tener un auto, algo que quedó muy claro en la lluvia de tuits y publicaciones en FB cuando el desabasto de gasolina, que mostraban a una clase mayormente blanca y adinerada (o con solvencia económica) quejándose, y pensemos que la movilidad es un tema que a todos nos atañe, todos necesitamos llegar al trabajo, a la escuela o a casa, sea cual sea la manera en la que nos movemos.

 

Tan sólo la semana del 28 de enero al 3 de febrero de este año 22 personas a pie fueron atropelladas, dos en bici y dos en escúter, de los cuales cinco han muerto, según publicó Repubikla, tomando como fuentes su labor de investigación y la de @transita_seguro a partir de notas periodísticas, reportes ciudadanos, bicimensajeros y paramédicos.

 

Y si no parecía suficiente, los scooters llegaron como una alternativa a todo lo demás; trayectos cortos era el objetivo principal, pero parece que a los mexicanos llegas, les pones restricciones y los retas, para ejemplo tienen al ciudadano que viajaba a bordo de uno de ellos ¡sobre Viaducto! ¿En serio es tan difícil de comprender? No es un secreto que el artículo 21 del Reglamento de Tránsito establece que únicamente motos mayores a 250cc podrán circular por vías de acceso controlado como Periférico y, sí, Viaducto. Y en este rubro entrarían también los llamados “patines del diablo” grandotes.

 

Y entonces volvemos a la regulación (o falta de ésta) en cuanto a movilidad; una de las mayores quejas que hubo cuando se pusieron a disposición estos aparatos, fue que no contaban con reglas claras, ni con estaciones determinadas y al parecer, tampoco con sentido común y de responsabilidad por parte de los usuarios. Lamentablemente ya hubo una víctima mortal en este medio de transporte ecológico (pero mal planeado) el pasado mes de febrero, en la colonia Juárez.

 

Prende tu sentido común

Automovilista:

No uses el celular.

Respeta los semáforos.

No le avientes el carro a los ciclistas, peatones o motociclistas; tampoco a otros autos.

Conoce tu límite de velocidad.

Prende las direccionales, no te cobran por hacerlo.

Comparte viajes con otras personas y disminuye el uso de tu auto en lo posible.

 

Ciclista:

Usa casco, accesorios reflejantes y no uses audífonos ni tu celular mientras conduces.

No te subas a la banqueta ¡por favor!

No circules en sentido contrario a los autos.

Utiliza el carril confinado, que es el primero de la derecha.

Respeta al peatón, no le avientes la bici.

 

Motociclista:

No conduzcas entre los automóviles cuando están en circulación, eso está prohibido, ¿lo sabías?

Si tu moto tiene una cilindrada menor a 250 cc no puede circular en vías de acceso controlado.

Usa casco y accesorios de protección.

No intentes ganarle al semáforo ni a carros o camiones, piensa en tu seguridad.

¿Sabías que tu vehículo entra en el reglamento de tránsito? Dale una checada.

 

Scooter:

Deja el scooter en un espacio donde no estorbe.

No circules entre automóviles, es muy peligroso.

Hay de banquetas a banquetas, utiliza tu sentido común para utilizar por arriba las más anchas y por abajo las que no.

No te distraigas.

No uses vías rápidas o de acceso controlado.

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