Durante esta época del año es habitual que las personas empiecen a caer víctimas de distintas enfermedades oportunistas: catarros, gripe, faringitis, y así todo el invierno hasta que llegue la primavera con las alergias.
La propensión a ponerse malos es un indicador de un sistema inmunitario deprimido. Sabemos que la falta de ejercicio y una dieta rica en azúcares y grasas trans, y pobre en fibra y nutrientes esenciales, afectan negativamente a las defensas de tu organismo.
Pero, además, todos tenemos la idea instintiva de que el estrés o la depresión nos dejan expuestos a las infecciones y, en efecto, varios experimentos hreflejan que el estado de ánimo influye en nuestras defensas. Se sabe que el estrés crónico aumenta los niveles de cortisol, que a su vez desactiva el sistema inmunitario.
En un estudio se pidió a los voluntarios que recordaran episodios alegres y tristes de su vida mientras se les inoculaba el virus de la gripe.
Como era de esperar, quienes pensaban cosas tristes desarrollaron menos anticuerpos para defenderse de la infección.
Al revés también ocurre: el virus de la gripe parece inducir a la producción de una proteína en el cerebro que causa tristeza. Si te has puesto enfermo, intenta reírte.