El etiquetado de los cosméticos está regulado por el Reglamento Cosmético Europeo, y todos los fabricantes que venden en Europa tienen que atenerse al mismo. Los componentes de cada producto figuran bajo una denominación internacional que se denomina INCI (Nomenclatura Internacional de los Ingredientes de Cosmética, por sus siglas en inglés). Pero esta lista no siempre es fácil de entender. Ahí van algunas claves que ayudan.
1- El INCI, se encuentra en el reverso de todos los cosméticos, ya sea en el envase o en el embalaje. Si realizas una compra online, consulta el INCI en la página de producto o pide a la marca que te lo facilite. Si el INCI no está disponible, desconfía.
2 - Los componentes se ordenan por concentración, de mayor a menor, hasta concentraciones del 1%. A partir del 1% los componentes pueden figurar en orden aleatorio. De este modo podemos ver en qué posición van los activos que contiene el producto y hacernos una idea aproximada de si están en mayor o menor cantidad.
3- Los extractos de plantas suelen denominarse con su nombre en latín, pero no siempre (depende de la marca) se indica cómo han sido obtenidos. Miguel Antolín explica que un asterisco junto al activo, significa “que es un ingrediente ecológico de cultivo controlado. Dos asteriscos significa que son ingredientes derivados de aceites esenciales”. Leonor Prieto advierte sobre la creencia de que todo lo natural es mejor: “Hay activos cuya pureza y seguridad puede ser mayor cuando se obtiene por síntesis, siendo sus propiedades las mismas, ya que la estructura química es lo que le va a conferir las propiedades”.
4- “Los conservantes suelen figurar casi al final de las fórmulas, ya que se usan en mínimas concentraciones, necesarias para que el producto se mantenga en perfectas condiciones y garantice la seguridad del consumidor”, afirma Leonor Prieto. Los conservantes están regulados en un anexo especial del Reglamento Cosmético Europeo y sólo se pueden utilizar los que figuran en la lista y en las concentraciones máximas autorizadas, que son evaluadas continuamente por un Comité Científico para la Seguridad de los Consumidores, formado por expertos independientes que asesoran a las autoridades sanitarias. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los colorantes o los filtros solares. “Estas listas son dinámicas, ya que este Comité está siempre alerta ante posibles “ingredientes” que puedan ser objeto de controversia en un momento determinado, y emiten dictámenes de seguridad basados en métodos rigurosos”, explica Leonor.
5- Hay productos con un INCI muy corto y otros con una larga lista de ingredientes. ¿Qué es mejor? Eso depende, en gran parte, del tipo de producto, pero también de a quién va destinado: “Algunas marcas dermocosméticas, dirigidas a pieles más sensibles o cuyos productos complementan tratamientos dermatológicos, utilizan fórmulas con un menor número de ingredientes y, a veces, evitan el uso de perfumes y conservantes”, afirma Leonor Prieto que añade que la lista de ingredientes es una importante fuente de información para personas que puedan ser alérgicas a algún componente. “Aunque en estos casos, lo más seguro es consultar al médico, al farmacéutico o al departamento de atención al consumidor que tienen muchas marcas”.
6 - El INCI no es lo único que podemos leer en el envase de un cosmético. “No hagas caso de la información de la parte frontal de la etiqueta para evaluar la calidad de un producto. Ahí es donde vemos la información comercial”, advierte Miquel. El Reglamento también recoge que las afirmaciones que se hagan de las propiedades del producto “tienen que ser fiables y tener métodos de medida validados que aporten pruebas de eficacia sobre lo que se comunica”, afirma Leonor. Tampoco podemos atribuir al producto propiedades de un activo, si no se ha demostrado por medio de pruebas objetivas: “No podemos decir que un producto es hidratante porque lleve aloe vera y éste sea hidrate. Dependerá de la concentración que tenga y del si el resto de componentes facilita su disponibilidad”, advierte la experta.
7- El proceso es complejo por eso, a la hora de adquirir un cosmético, Leonor apunta que “no sólo es importante lo que leemos en el envase, sino qué garantías nos aporta la marca, en materia de seguridad y eficacia”, y también anima a consultar con opiniones expertas, información contrastada y datos científicos. En este sentido, alerta sobre ciertas informaciones alarmistas: “No podemos hablar de un componente y decir que no es seguro o tiene riesgo, porque depende de su concentración, a qué zona de la piel está destinado, si se aclara o no…”.