Plano Informativo | 13/09/2018 | 10:27
San Luis Potosí, SLP.- La historia narra que alrededor de las 15:00 horas, el jefe policiaco recibió una llamada telefónica que lo obligó a detener su camino y estacionar su camioneta. Con él viajaban su esposa y uno de sus hijos, de 11 años.
Justo en la esquina de las calles Alejandrina y Rutilo Torres tomó el celular para contestar, pero antes de descender de su vehículo fue sorprendido por varios individuos armados que abrieron fuego en su contra, dando en el blanco en cuatro ocasiones. Sus familiares resultaron ilesos, los pistoleros habían cumplido su misión.
“Jaime Flores Escamilla fue asesinado por un grupo de seis hombres que portaba fusiles de asalto AR-15 en el fraccionamiento Valle Dorado de la capital”, fueron las palabras del entonces subprocurador de Averiguaciones Previas de la procuraduría local, Héctor Vega Robles, quien daba el anuncio a la sociedad potosina. La figura encargada de la seguridad del estado había muerto a manos de la delincuencia.
El atentado, inusual para aquel entonces en San Luis Potosí, provocó una fuerte y casi histórica movilización de elementos de la Policía Ministerial de Estado, de la Dirección General de Seguridad Pública, el Ejército y la Agencia Federal de Investigación.
Han pasado 11 años cuando la historia de San Luis Potosí cambió; asesinatos, secuestros, robos, colgados, mantas, se han vuelto cotidianos, el recuerdo de una ciudad segura, tranquila, quedó borrado por el ruido de las balas y la sangre derramada.