Aunque los selfies son hoy un fenómeno global –un informe de Google de 2014 ya estimaba que solo los usuarios de teléfonos Android se sacaban cada día 93 millones de ellos–, el hecho de tomarnos fotos de nosotros mismos no es algo nuevo. Se cree que un empresario estadounidense llamado Robert Cornelius se hizo el primero de estos autorretratos en octubre o noviembre de 1839. No obstante, en la actualidad, esta modalidad fotográfica forma parte del día a día de muchas personas y, de hecho, se ha convertido en el objeto de estudio de distintos grupos de investigación.
Así, un equipo de expertos en cirugía estética del Departamento de Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina Rutgers, en Nueva Jersey, y del Departamento de Ciencias Computacionales de la Universidad de Stanford, ha publicado recientemente un ensayo en la revista JAMA Facial Plastic Surgery en el que vienen a confirmar lo que muchos usuarios ya sospechaban: que nuestros rasgos salen distorsionados en muchos selfies. Estos científicos advierten que, por ejemplo, no tenemos la nariz tan grande como aparece en la mayoría de ellos.
La clave, según parece, es la distancia a la que se sitúa la cámara. Las imágenes tomadas muy cerca del rostro tienden a alterar las proporciones de los rasgos faciales. “Si la cámara está próxima a algún elemento prominente, como la nariz, todo lo que se encuentre a su alrededor parecerá más grande en relación al resto de la cara”, indica en un comunicado Boris Paskhover, uno de los coautores del estudio, que trabaja como cirujano plástico en la citada institución de Nueva Jersey.
Mejor, con palo selfie
Pashkover y sus colaboradores han calculado que las fotos tomadas a unos 30 cm de distancia aumentan el tamaño aparente de la nariz en un 30% en el caso de los hombres y en un 29% en el de las mujeres. En esas instantáneas, la punta de este órgano parece igualmente un 7% mayor en comparación con el resto del mismo de lo que es en realidad. Por el contrario, una imagen de la cara tomada a aproximadamente metro y medio refleja prácticamente las mismas proporciones que se aprecian a simple vista. Por ello, los palos para selfies permiten hacer tomas más naturales.
Para determinarlo, estos investigadores utilizaron las medidas de distintos rasgos de un gran número de personas conservados en una base de datos a las que aplicaron un modelo matemático. “El problema es que muchos usuarios, especialmente los jóvenes que se toman selfies constantemente y los comparten en las redes sociales, piensan que esas imágenes son una representación fidedigna de ellos mismos, lo que puede acabar afectándoles emocionalmente”, señala Paskhover.
Y es que una cosa es lo que nos parecen a nosotros nuestros selfies y otra muy distinta lo que piensan los demás. En un estudio publicado en 2016 en la revista Social Psychological and Personality Science, un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, ya apuntaba que los autores de los autorretratos se ven a sí mismos más atractivos e interesantes en ellos que en las fotos de otras personas.