Las matrioshkas, son esas muñecas encajadas unas dentro de otras, artesania popular en Rusia, y a pesar de ser el souvenir más conocido, pocos conocen su origen.
¿En que se inspiraron los rusos?
En 1890, el mecenas Savva Mamontov visitó una exhibición de arte en Japón, donde se encontró con una representación de las siete deidades de la fortuna. Cada una estaba dentro de la otra, siendo Fukurokuju, dios de la sabiduría y la felicidad, el más grande y el que contenía el resto de las divinidades.
Al volver a Rusia, Savva presentó la idea al tornero y pintor Serguei Maliutin; él hizo su propia versión del juguete: la representación de una mujer rusa campesina feliz, que acogía dentro de ella a toda su descendencia, incluyendo a su “nieto” recién nacido.
Por esto, se cree que las matrioshkas son un símbolo de fertilidad, maternidad y la unión de la familia, ya que su nombre proviene de la palabra matriona, cuyo significado es “dama respetable” o “madre de familia”.
La artesanía también se puede encontrar bajo el nombre de mamushka o babushka.
Fue hasta el año de 1900 cuando la artesanía cobró fama mundial al ser llevada a la Exposición Universal de París y ganar una medalla de bronce como el “mejor juguete desmontable”, desde el punto de vista educativo y técnico.
Su evolución.
La conquista espacial generó un cambio en la fabricación de las muñecas, pues se comenzó a crear una serie dedicada a los cosmonautas, algunas incluían casco y escafandras o podrían estar dentro de un cohete.
Tras la desintegración de la URSS y la llegada del liberalismo, las matrioshkas representaron a los políticos en turno. En la actualidad, se pueden encontrar modelos inspirados en artistas, futbolistas, caricaturas y personajes de historia actual, como Barack Obama.
También ha cambiado el número de “hijas” que contiene cada matrioshka. Se pueden encontrar juegos de 100 elementos.
En Moscú hay un museo dedicado a este souvenir que ofrece visitas guiadas que cuenta la historia de las muñecas y la de sus artesanos.
El mejor lugar para comprar una matrioska es Arbat, una de las calles principales de la capital rusa, repleta de tiendas de recuerdos. El precio dependerá de la complejidad del diseño, las hay desde 200 rublos (tres dólares).